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Un acuerdo histórico
Rosa Díez no quiere el final de ETA. Eso sería tanto como que UPyD perdiera toda su razón de ser. Sus postulados políticos se basan en dar cera al nacionalismo. Esta semana lo volvió a demostrar pidiendo la ilegalización de Amaiur y Bildu. Lo que no se esperaba era una respuesta contundente de los partidos políticos. Una respuesta con amplio respaldo que pide la disolución de ETA, pero también expresa la voluntad de la mayoría de los demócratas de administrar el fin de ETA. De acabar con años de plomo, coacción y miedo para dar paso a la convivencia. Nadie dice que vaya a ser fácil pero sólo el compromiso de los demócratas lo hará posible. Y, también, el de los que sin abandonar su ideología quieren encauzar sus reivindicaciones por la vía democrática. Tendrán que pedir perdón y arrimar el hombro para crear las condiciones que faciliten cerrar heridas.
El ministro del Interior ya lo dijo hace unos días en el Congreso. ETA es un problema policial y un problema político. Un problema que los demócratas han de afrontar al margen de las posiciones políticas. Esto es lo que no entiende la señora Díez. Su petición de ilegalización busca la confrontación, no la concertación. No contenta con su propio fracaso vetó una moción histórica que implica un cierre de filas democrático. Un paso adelante, valiente, para decir que con el esfuerzo de todos, con las cautelas de todos, la violencia no tiene espacio en la sociedad vasca y española del siglo XXI. Así lo vio el ministro Jorge Fernández, que junto a Ramón Jáuregui, fue el fajador de un acuerdo para los nuevos tiempos para avanzar sin prisas pero sin pausas. Así lo remachó Rajoy respondiendo a Amaiur. El Gobierno cumplirá la ley, como hizo el gobierno Zapatero y Amaiur debe arrimar el hombro influyendo en una ETA que debe disolverse, sin contrapartidas. La ley tiene la flexibilidad suficiente para abrir un nuevo camino que será largo, duro. Al final del túnel se verán brotes verdes aunque algunos –de un lado y otro– se empeñen en poner palos a las ruedas.
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