Irak

Entre la cruzada laicista y el aborto

El presidente ha querido imponer su modelo de sociedad desde que pisó La Moncloa

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MADRID- Un joven José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en el inquilino de La Moncloa en 2004 con mucha ilusión y un puñado de ideas claras. Desde el inicio de su primera Legislatura, dos grandes obsesiones marcaron su acción de gobierno. Por un lado, su deseo de pasar a la historia del país como el jefe del Ejecutivo que acabó con ETA impregnó desde el minuto uno su toma de decisiones. Por otro, su anhelo de convertirse en el presidente de las conquistas sociales acaparó los focos mediáticos desde un primer momento. Amén de la histórica retirada de las tropas españolas de Irak.
Sin embargo, abandonará el Gobierno en 2012 sin conseguir ver cumplida ninguna de sus grandes obsesiones. El presidente se retirará antes de que ETA desaparezca. Mientras, cualquier conquista de derechos sociales que haya logrado para algunos colectivos en sus dos mandatos ha quedado eclipsada con creces por los recortes sociales que él mismo ha decretado, jaleado por los mercados y obligado por la Unión Europea.
Según llegó al poder, encargó a su ministro de Justicia y hombre de confianza, Juan Fernando López Aguilar, cambiar la Ley y poner negro sobre blanco la legalización de los matrimonios homosexuales. Las Cortes Generales dieron su plácet a esta revolucionaria transformación en junio de 2005. Pese a ello, esta unión –a la que en principio no se opuso la oposición parlamentaria–, encontró contestación en la calle por su formulación legal elegida: la del matrimonio. Fue el presidente quien se empeñó en este reconocimiento, innecesario incluso para el colectivo gay, que supuso una ofensa sin precedentes, según reconoció la Iglesia, a los católicos. Luego llegó la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía.
El laicista Zapatero ha soportado, como si la cosa no fuera con él, una oleada de manifestaciones contra su política social. Lejos de cesar en sus ofensas a la Iglesia, tomó el gusto a este enfrentamiento y continuó el camino hacia la implantación con todas sus consecuencias de un Estado aconfesional. Por eso no le importó no conseguir convencer a la inmensa mayoría de la sociedad en otra de sus más polémicas «leyes sociales», la modificación de la ley del aborto. La Iglesia volvió a adueñarse de la calle en 2009 y 2010 en contra de la legalización del cuarto supuesto y de que las menores de edad pudieran abortar sin conocimiento paterno. Sin embargo, a un año de su retirada, Zapatero ha conseguido hacer historia por su mano de hierro a la hora de recortar derechos sociales y conquistas de los trabajadores, metiendo las tijeras al precario Estado de bienestar como sus antecesores jamás habían soñado. De un plumazo se cargó el Pacto de Toledo y aplicó recortes salariales desconocidos a los funcionarios. En este escenario, en contra de su voluntad, pasará a la historia como el presidente reformista y de los recortes sociales.