Fotografía

Manual para no crear un mito

Existe algo más peligroso que un hombre: su leyenda. EE UU ha aprendido algunas lecciones del pasado y no quiere repetir viejos errores. ¿Debe mostrar fotografías del cadáver de Ben Laden? ¿Contribuirán esas imágenes a cimentar la figura de un nuevo mito?

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En la Casa Blanca aún permanece viva la instantánea del «Che» Guevara muerto. Su cuerpo tendido sobre una mesa, con los ojos abiertos, la barba rizada, sucia, despeinada y la mirada cristalizada por el vacío. El Gobierno de Obama quiere evitar que la muerte convierta al terrorista en un mártir. Ha tomado precauciones. Ni un solo vídeo, ni una sola foto. Ha sepultado el cuerpo en el mar, en menos de veinticuatro horas y según reza la tradición islámica. Las olas parecen un lugar apropiado para que desa-parezca. El mejor que podían encontrar. Una tumba siempre propiciaría el nacimiento de un culto que, en este caso, todos desean evitar.

Algunas voces se han alzado y reclaman ahora una prueba que verifique ante el mundo que Ben Laden ha muerto. Existen varias imágenes. Las que se tomaron en el funeral y la que captó después del asalto uno de los soldados que participaron en la operación y que se envió a los servicios de inteligencia de EE UU para que llevara a cabo la identificación y confirmar que habían matado al terrorista más perseguido del planeta. ¿Pero qué filtrar? ¿Contribuirá a su exaltación? Según el periodista Enrique Meneses, que fotografió al «Che» y a Fidel Castro, no ocurriría eso: «No ha habido un mito de Hitler, aunque sí ha continuado habiendo fascistas.

No creo que por haber sobrevivido 10 años se convierta en mito. Stalin tampoco lo es», asegura. ¿Una imagen ayuda a cimentar la leyenda? Para él, la respuesta también es negativa: «Un mito jamás se fundamenta en la fotografía de un hombre muerto. «En el caso del «Che», por ejemplo, todo el mundo recuerda la instantánea de Korda. Es lo que ha perdurado de él. Ese parecido con Cristo, de todas maneras, emociona mucho». Para otro experto en historia de la fotografía, Publio López Mondéjar, la razón de que una figura salte el escalón que la convierta en algo más que un nombre del pasado tiene una explicación: «No importa que una imagen sea mala.

Sólo que sea eficaz. La imagen del «Che» muerto no tiene nada especial. Todo está en el subsconsciente del que mira, de sus seguidores. Ellos aportan ese valor añadido a la imagen». En el caso de Ben Laden, para Mondejar, está claro: «Con el retrato de su cadáver o sin él, será un mito para todos los que creen en este líder. No creo que contribuya especialmente la difusión de esa instantánea para que se forme». Para él, no obstante, las fotos tomadas de muertos, sean o no conocidos, arrastran una connotación que otras no poseen. «A mí son las que más me han conmovido, de manera independiente de si esas personas son célebres o no».