Museo Reina Sofía

Carmen Thyssen: «Nunca he pedido nada»

La última propuesta ministerial, alquilar la colección dos años, deja perplejos a la baronesa y sus abogados

Cervera, en 1999, entre la Infanta Pilar, Mariano Rajoy y el barón Thyssen
Cervera, en 1999, entre la Infanta Pilar, Mariano Rajoy y el barón Thyssenlarazon

Hasta ahora, la negociación entre Cultura y Carmen Thyssen para la adquisición de su colección de arte se ha llevado con discreción y a través de los abogados que representan a ambas partes. No es para menos: el seguro de las pinturas ronda entre los 600 y 800 millones de euros, lo que da una idea del coste que podría tener esta operación. Se han producido avances que clarifican el futuro de las más de 250 obras que están ahora cedidas gratuitamente al Mu- seo Thyssen, y cuyo préstamo de 11 años vence el 22 de febrero de 2011: la fórmula que se empleará es la de alquiler, la que quería la baronesa. Pero, por otra parte, las «medidas de austeridad», como las define Cultura, son un verdadero problema para las negociaciones.

Sin embargo, Cultura y su titular, González-Sinde, han preferido ir haciendo públicas sus propuestas cada vez que se ha puesto un micrófono delante, aunque con declaraciones contradictorias en algunos casos. «Este método me ha extrañado, a mí y a mis abogados, porque no son maneras de llevar las cosas. Es una pena que el Ministerio comunique sus propuestas a través de un micrófono público», dice Carmen Thyssen desconcertada. La última de las propuestas de Cultura ha sido que estaría dispuesto a un alquiler de dos años. La hizo la directora general de Bellas Artes, Albert de León, lo que ha provocado la perplejidad y preocupación en los abogados de Thyssen, Jaime Rotondo y Antonio Garrigues, y en ella, sobre todo por el desconocimiento que demuestra de las condiciones del contrato de préstamo gratuito. «En el de hace 11 años hay una cláusula que dice que si no se llega a una acuerdo, el préstamo se prorroga automáticamente un año, y deberían saberlo», puntualiza la baronesa. Así que la propuesta de Cultura de alquilarla, de momento, dos años, demuestra cierta descoordinación en el departamento de Sinde. PeroThyssen respira tranquila: «Menos mal que se incluyó esa cláusula. Las cosas que se hacen bien evitan problemas posteriores. Aquella firma no fue una broma: bajo un cuadro de Tintoretto, mi marido, el ministro de Cultura, entonces Rajoy, y yo firmamos, en septiembre de 1999 el acuerdo, que ha dado enormes beneficios para el Museo», recuerda.


Una gestión ejemplar
Por lo tanto, insiste, la prórroga por un año no es que sea una propuesta, es que debe cumplirse por ley, si no se llega a un acuerdo, y no es fácil que se consiga en tres meses. «Ni como vicepresidenta vitalicia del museo he pedido nada, ni a ningún gobierno ni a nadie, ni he faltado a ningún patronato desde la creación del museo en 1992. Así que me gustaría prorrogar la cesión gratuita un año más. Creo que es por el interés de todo, incuido el país en su conjunto, porque soy consciente de la situación económica actual», concluye. «La baronesa quiere prolongar 12 meses la cesión no remunerada, eso no nos permite tener la certidumbre de estabilidad para pensar de cara al futuro y tendríamos que empezar a negociar, queremos dos años y creemos que la economía estará mejor, a cambio podemos ofrecerle una compensación por esos dos años, son los abogados los que tienen que seguir avanzado», explica Sinde. Thyssen defiende esta operación por la buena gestión del museo. «El Thyssen no cuesta na- da, no tiene déficit porque es un museo bien gestionado. No lo digo sólo yo, sino todos los expertos», afirma. Casi el 90 % de la financiación del Thyssen es por ingresos propios (patrocinios, entradas y otras comercializaciones); el Prado está sobre el 20 y el Reina Sofía en el 30. La aportación pública al Prado, según presupuestos de 2011, será de 43,87 millones; la del Reina Sofía, de 49,6; y la del Thyssen, en concepto de déficit dodable, de 5,5. 


Pendientes de las elecciones
El calendario de la negociación («porque los abogados siguen», confirma Thyssen) está marcado por la elecciones de 2012. Y por la crisis económica y la dificultad de «vender» un gasto de este tipo en la opinión pública. La baronesa lo sabe, como sabe que la compra de la colección de su marido estuvo envuelta también de polémica, con defensores y detractores, y con un claro significado político: «Cuando se compró la colección de mi marido, Felipe González dijo que se le recordaría más como el que compró la colección Thyssen que como presidente». Nadie descarta que las negociaciones, una vez prorrogado el préstamo, se aplacen hasta después de las próximas elecciones. Si hay cambio político, será de nuevo Rajoy quien tenga que decidir sobre el futuro de la colección.