Londres

Las amistades peligrosas del príncipe Andrés

Las malas compañías están a punto de costarle el trabajo al príncipe Andrés. El hijo menor de la reina Isabel II parecía que había encontrado su sitio como representante de comercio exterior para Reino Unido.

 
 larazon

Con su hermano Carlos centrado en las granjas ecológicas mientras aguarda eternamente para heredar el trono, el Gobierno creó hace tiempo un puesto de estas características para mantenerle ocupado. Desde que ocupó la oficina, sus excentricidades no han pasado desapercibidas, como los viajes en helicóptero para llegar a tiempo a sus partidos de Golf. Pero, esta vez, el Duque de York parece que ha tocado fondo. Sus métodos de trabajo y sus amistades han rebasado el límite.

La chispa comenzó con la revuelta en Libia. La prensa publicó la especial relación laboral que unía al heredero con el hijo de Gadafi. Se empezó a tirar del hilo y también se supo que tres meses antes de la caída del régimen tunecino, el príncipe agasajó con un banquete en el palacio de Buckingham a Sajer el Materi, yerno del depuesto presidente de ese país, Zin el Abidine ben Ali. La imagen de Reino Unido no quedaba especialmente en buen lugar, pero las cosas aún podían empeorar.

En medio de la tormenta diplomática han salido a la luz los vínculos del hijo menor de la soberana con Jeffrey Epstein, un multimillonario estadounidense encarcelado por proxenetismo de menores. La fotografía del príncipe Andrés agarrando por la cintura a Virginia Roberts –una chica de 17 años que ha acusado al americano y a sus amigos de haberla explotado sexualmente– sirvió como prueba del delito.

Apoyos políticos

Por si el asunto no fuera suficiente para sacar los colores a Palacio, Sarah Ferguson –experta en poner en aprietos a la familia real– confirmó ayer que el multimillonario la ayudó a través de su ex marido para pagar sus deudas.

Los mentideros aseguran que en Downing Street no se derramaría ninguna lágrima si el príncipe decide dimitir. Pero, para acallar rumores, el primer ministro británico, David Cameron, le expresó ayer su apoyo por medio de un portavoz asegurando que realiza un papel importante en «beneficio del mundo empresarial británico». Por su parte, el ministro para la Empresa, Vince Cable, del partido liberaldemócrata –minoritario en la coalición–, se distanció algo más y señaló que le corresponde a él juzgar si le conviene o no seguir desempeñando su trabajo.

Gastos millonarios

 La Prensa, desde luego, no ayuda a calmar los ánimos. El rotativo «The Daily Telegraph», considerado uno de los más monárquicos, revela que, en la última década, el duque de York se ha gastado más de cuatro millones y medio de euros para desempeñar sus funciones sin contar con el coste de seguridad, que sumaría otros once millones y medio. En el último Foro de Davos, por ejemplo, se gastó junto con cuatro asistentes 22.200 euros sólo en comidas, alojamiento y ocio. El periódico señalaba además que algunos viajes oficiales los ha utilizado para beneficio propio, como el de 2004 a Barheín, donde intentó buscar un comprador para su casa de Berkshire.

De momento, a pesar de esas críticas, Andrés no tiene intención de marcharse y todo indica que encabezará próximamente una visita comercial a Arabia Saudí, país identificado por el Gobierno británico como uno de los mercados potenciales más atractivos.


El ducado de los problemas
El año pasado, la que fuera esposa del duque de York, Sarah Ferguson, causó un escándalo sin precedentes cuando unos reporteros de «News of the World» grabaron en vídeo cómo se hicieron pasar por empresarios y consiguieron contactos profesionales con Andrés que ella vendía por 720.000 euros. Como representante de Comercio Internacional de Reino Unido, el príncipe tiene muchos contactos comerciales en todo el mundo y «Fergie» se aprovechó de ello a sus espaldas. «Cuando me pagues será cuando realmente tendrás acceso libre a él», llegó a afirmar.