Los Ángeles

Colin Firth: «La familia real inglesa no me dio pistas sobre cómo era Jorge VI»

Según la revista «People» es uno de los actores más sexys del planeta. Sin embargo, Colin Firth puede conseguir ahora el Oscar por su papel como Jorge VI, que luchó contra la tartamudez para convertirse en monarca. «El discurso del rey», de Tom Hooper, se ha convertido en la película de moda en Hollywood. Inglesa, ya ven.

Una escena de la película protagonizada por Colin Firth, un actor que dice no perseguir la fama. Todo lo contrario
Una escena de la película protagonizada por Colin Firth, un actor que dice no perseguir la fama. Todo lo contrariolarazon

V uelve a dar una lección de interpretación en su nuevo filme, «El discurso del rey», película que refleja la relación entre Jorge VI y el logopeda que le ayudó a superar su tartamudez para convertirse en el líder que el Reino Unido necesitaba en la antesala de la II Guerra Mundial. Tras su nominación al Oscar por su papel en «A Single Man», Firth vuelve a estar entre los favoritos para el Globo de Oro y la estatuilla con este papel. Británico de pura cepa, el intérprete está considerado además como uno de los más atractivos de Hollywood.

–Me preguntaba si usted alguna vez padeció algún impedimento en el habla o si ha crecido junto a alguien que lo tuviera...

–Conocí a gente que tartamudeaba, en efecto. Se trata de algo bastante más común de lo que yo y muchos pensábamos.

–Entonces, cuando le propusieron protagonizar este filme la idea tuvo que atraerle de inmediato...

–Sí; sobre todo vi muy interesante que través de un problema que padece un miembro de la casa Real británica el director contase una historia universal. Eso es lo que a mí me llamaba la atención. Obviamente, no pertenezco a la nobleza, ni viví en 1937, pero en la cinta mi personaje se ve obligado a superar ese impedimento que tiene en el habla para conseguir llegar a rey. Es dicha batalla personal la que me suponía un reto, porque con ella podemos identificarnos cualquiera. Y con sentimientos como la soledad. Claro, no podemos meternos en la mente o el corazón de otros, pero cuando la comunicación es imperfecta se puede crear una situación traumática con la que todos nos podemos identificar.

–¿Ha conocido a la familia real inglesa tras rodar la película?

–En serio: he saludado a varios de sus miembros, pero nadie me dio pistas sobre la persona que encarno o me informó de su comportamiento.

–¿Y le costó mucho aprender a tartamudear?

–La verdad es que llegué a confundir mi propia forma de comunicarme con la de Jorge VI. Existe un cierto culto por los actores que bucean profundamente en los papeles que dan vida. Pero no trabajamos de memoria. Cuando entrenas un ejercicio durante bastante tiempo, tu cuerpo después consigue estar preparado para hacerlo.

–En su carrera, usted ha lidiado ya con numerosos papeles difíciles y de una forma sorprendente.

–Gracias. Creo que lo realmente doloroso de este Jorge VI en particular radica en que aparentemente le cuesta comunicarse, aunque su cabeza es muy lúcida. El caso de Jorge VI no sería trágico si realmente se hubiese tratado de un tipo tonto, y no me refiero a su tartamudeo, sino a que se le ha juzgado mal. Si lees sus cartas, descubres que este hombre era de pensamiento ágil e, incluso, elegante. De eso no hay duda. Su mente y temperamento eran puro fuego.

–Helena Bonham-Carter interpreta a su esposa. ¿Se conocían antes de coincidir en esta cinta?

–Sí, desde hace años. Posee un sentido del humor fantástico, la risa más morbosa que he conocido... El primer día de trabajo no sabíamos si el filme tendría algún componente cómico, y ella, que se entrega en cuerpo y alma a esta profesión, le brindó a la historia la alegría que necesitaba.

–Supongo que le resultará especialmente reconfortante conseguir algún premio por «El discurso del rey»...

–Siempre es gratificante llamar la atención por uno de tus trabajos, pero no voy a desear ningún galardón porque no quiero llevarme una decepción más tarde. Lo único que puedo decir ahora es que la gente está hablando bastante de la película.

–Por desgracia, esta vez no le vemos especialmente atractivo ni ejerciendo su faceta de conquistador, trabajos por los que fue considerado como uno de los hombres más sexys del planeta según la revista «People».

–Bueno, en ocasiones me gusta encararme a personajes distintos; por ejemplo, deseo convertirme en un villano pervertido, pero los productores no me lo ofrecen... El público prefiere verme como alguien divertido y muy bien peinado, supongo que en Hollywood les resultará raro que yo pretenda hacer obras interesantes en lugar de perseguir el éxito a costa de otras sin sentido...

–Desde luego, y por lo que afirma, no es usted precisamente una estrella que persiga la fama.

–No pretendo establecer una comparación, pero escuche una historia sobre Marlon Brando: caminaba un día por la calle con un amigo que, cuando cayó en la cuenta de que no lo reconocía nadie se lo comentó. Estamos hablando de 1962, época en que Brando era muy famoso; él simplemente respondió: «Mira esto», y entonces estiró sus hombros hacia adelante y abrió de manera exagerada los ojos. Fue entonces cuando los transeúntes supieron quién era... Yo también he aprendido a proyectarme fuera de mí mismo para pasear disimuladamente. No me interesa la fama, e ignoro por qué alguien puede buscarla. Entiendo que el poder seduzca al ego y todas esas cosas, aunque no soy ambicioso ni trato de ir en esa dirección. Por supuesto disfruto con el reconocimiento, pero no me molesto en preocuparme por conseguirlo.

–Usted sigue siendo el Mark Darcy de «El diario de Bridget Jones». Marcó su carrera...

–La memoria de los espectadores suele llegar hasta la última película que has hecho; por otra parte, fue un personaje importante para mí, y también me siento muy orgulloso cuando me recuerdan por «Orgullo y prejuicio», una cinta fantástica, y como un galán. Otros me relacionarán más con «Bridget Jones» porque forma parte de la literatura de mi país , lo que me enorgullece de igual forma.

–Curiosamente, nunca se metió en la piel de un mujeriego...

–Me resulta asombroso que un director me contrate como si yo fuera Warren Beaty, porque hasta el momento en el que conocí a mi actual esposa, y yo tenía 35 años, sólo había tenido dos novias. No debería decir esto, voy a terminar tirando por la borda mi imagen de rompecorazones, pero se trata de la verdad, nunca he ligado mucho, en serio.

–¿Dónde radica, pues, el secreto de su éxito?

–Pienso que soy realmente alguien muy afortunado, tengo una altura considerable y una cara que se adapta a distintos personajes, hablo suave y poseo un acento perfecto para el drama. Digamos que encajaba bien en la moda de los 80 y que a partir de esos años pude seguir manteniéndome. Comencé en este mundillo con papeles secundarios, y me parece más fácil empezar en los márgenes de la industria y aprender sin quemarte en pantalla, aunque a veces los protagonistas son los únicos que se llevan la gloria.