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Yo soy español español

La Razón
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No sé qué acontece exactamente en nuestras entrañas cuando la selección de fútbol, además de jugar como si estuviera for- mada por ángeles, vence clamorosamente a un equipo de la solidez del teutón... Pero sí sé que, en un instante extraordinario, todas las disputas autonómicas y desavenencias ideológicas se desvanecen y nos apiñamos tanto en torno a nuestra condición de… ¡Españoles!, que hasta la cantamos con entusiasmo. («Yo soy, español, español, español...»).Por suerte el fútbol –como también el tenis, el motociclismo o la Fórmula Uno– nos hace sentirnos orgullosamente de nuestra tierra y liberarnos de todos esos enfrentamientos absurdos que, si no han provocado nuestros políticos, desde luego sí los han avivado. Y hablando de políticos, no sé cómo andarán los políticos futboleros alemanes, pero seguramente deben estar pensando que igual, si no nos hubieran dado tanto la lata con las medidas económicas durante los pasados meses, no habríamos jugado con tanta furia española contra ellos. Pero se equivocan, ya hicimos gala de furia cuando les ganamos en la Eurocopa y, aunque aquí lo más bonito de todo ha sido ese delicioso «tiqui-taca», al final, la furia en forma de cabezazo goleador –o «Puyolazo»– ha sido la que nos ha convertido en los aspirantes directos a campeones del mundo. Mi marido, que dice que el pri- mer Mundial que recuerda de niño es de 1966, subraya que ha tenido que esperar doce mundiales para ver a España en la final.Con un poco de suerte, mi hijo pequeño, que tiene tres años, verá el próximo domingo cómo su equipo se convierte en el estadio Soccer City de Johannesburgo en campeón de mundo en su primer Mundial, y podrá compartir con sus compatriotas de todas las edades un motivo indiscutible para sentirse español.