Cataluña

Maniobras sucesorias

La Razón
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Nuestro presidente sorprendió el miércoles con un nuevo derroche de optimismo al asegurar que la economía española va bien, y que la mejor prueba de ello es la evolución de la renta per cápita del país, creciente y cada día más parecida a la europea. Lo dice y se supone que piensa que los ciudadanos le van a creer, porque de lo contrario no lo diría. Lo que no ha dicho, sin embargo, es que no sirve de mucho que suba la renta si la inflación se dispara por encima de nuestros sueldos y además el desempleo aumenta. De poco sirve tener más renta si la luz y la gasolina y los productos básicos están cada vez más caros.
La cuestión es que el presidente ha llegado ya a una situación en que nada de lo que cuenta tiene mucha credibilidad. Afirmó tantas veces que no había crisis y que nuestros bancos eran los mejores del mundo y que empezaban ya a vislumbrarse los brotes verdes, que ahora es complicado que nadie le compre un solo mensaje. No se lo compran los ciudadanos y, lo que es peor para él, tampoco en su partido. Hemos llegado a una situación de no retorno en que lo único que espera la calle es que Zeta anuncie su renuncia para empezar a pensar en un cambio de ciclo que haga que las cosas funcionen de verdad. Lo cree la gente y están convencidos de ello en su propia organización, que da por amortizado al líder y anda a la espera de que éste les comunique su decisión de renunciar a ser otra vez candidato a La Moncloa. Algo que debería ocurrir, según la opinión más extendida entre los socialistas, a principios del próximo abril como muy tarde. En las filas del PSOE dan por buena esta hipótesis y por eso hay ahora movimientos internos de todo tipo cara a situarse en un nuevo escenario sin Zapatero. La cuestión es que si bien antes se daba por sentado que el único candidato posible a la sucesión era Pérez Rubalcaba, las cosas han cambiado tanto que al triministro empiezan ya a verle como un hombre quemado, con problemas de salud evidentes y algunos frentes no menores abiertos en los tribunales, entre ellos el once-eme y el Faisán. Rubalcaba está tocado y cada día que pasa se ve más complicada su designación por aclamación, que era lo que él pretendía. Y si no hay aclamación es probable que a Rubalcaba no le interese agotarse en unas primarias en las que no está claro que tuviera el apoyo mayoritario de los diferentes sectores de la organización.
De ahí que veamos estos días crecido a José Blanco, y a un renacido Bono a quien se considera la persona del partido que comparte con Zapatero su "secreto". Bono sabe ganar elecciones, aunque también tiene flancos al descubierto en los tribunales. Por eso quizás arrecia estos días la campaña pro-Chacón, bien vista por el zapaterismo y por Andalucía, Madrid y Cataluña.
Aunque la pregunta que se hace mucha gente en la calle es: ¿Y todo esto para qué?