Libros
Plomos no
Siempre se me adelanta el maestro Alfonso Ussía, y en este caso en varias semanas. Claro que eso lejos de ofenderme me halaga porque él escribe a diario e infinitamente mejor que yo.
Así, hace unos días alertaba sobre los riesgos de los pelmazos playeros que recaban tu opinión sobre cualquier cosa, incluidas las tonterías más absurdas de las que uno no tiene ni idea, ni ganas de estar informado.
Hay en el mundo gentes desalmadas que creen que porque tú has participado en un caso sonado, ellos ya tienen el derecho a preguntarte mientras tomas el aperitivo por el futuro de España, o peor todavía te cuentan el problema que tiene con el vecino que hace ruido. Así hasta luego largarte un rollo. ¿Qué puedo hacer ahora?
Particularmente en vacaciones el futuro inmediato que me preocupa es el de la caña de cerveza, el del puro que me voy a fumar o el del gin tonic de después de cenar.
Por eso creo que tiempo habrá durante el invierno para salvar a España o asesorarle a quien sea sobre el vecino.
Respeten el descanso del guerrero los zánganos de todo índole que creen que los demás hemos venido al mundo a salvar lo que ellos piensan. Las únicas preguntas tolerables sobre opiniones son las que me piden mis hijos como: «Papá,¿por qué los perros no saben hablar?» Porque son fieles y discretos, no como otros.
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