Mieres
Mensajeros con Ángel
La asociación Mensajeros de la Paz cumple hoy medio siglo de entrega
MADRID- El buen samaritano del Evangelio de Lucas nace donde uno menos se lo espera. Véase en Mieres, entre el pote y la sidrina. Allí desembarcó el padre Ángel. El sacerdote sin apellido. O mejor, compuesto: Mensajeros de la Paz, la asociación que puso en marcha hoy hace 50 años. Sus brazos no pudieron quedarse cruzados cuando, poco después de su ordenación, junto a un compañero creó la Asociación Cruz de los Ángeles orientada a la fundación de hogares infantiles. Pero tampoco al recibir la llamada del cardenal Tarancón que le pedía «una obra nacional».
Dicho y hecho. Los mensajeros comenzaron a escribir una historia que arrancó dedicándose a la infancia, pero que supo adaptarse a la realidad social de cada momento. Discapacitados, víctimas del maltrato, adictos a las drogas, sensible a las catástrofes internacionales, a la pobreza en el Tercer Mundo... Y con una atención especial a los mayores, que ve como una Edad Dorada.
Ahora esta inquietud permanente del padre Ángel y su equipo le lleva a ingeniárselas para responder a los efectos de la crisis. Ahí está el nuevo comedor social que han abierto en Embajadores, donde cada día acude un centenar de niños. «A ellos, y a tantos que sufren temiendo verse en esa situación, quiero darles un mensaje: el de la esperanza. Decirles que ya antes salimos de hoyos mucho más profundos, como el del hambre de la posguerra en la que me crié», comenta sin perder su mirada de padre, aun cuando los fondos se recortan y surgen dificultades en alguno de los 49 países donde están presentes.
«Recuerdo la primera vez que le vi. Cargaba con una caja y estaba algo manchado. Le dije que quería comenzar un voluntariado y me respondió: "Llega en el momento justo"», comenta María Antonia Camacho de aquel encuentro que tuvo lugar hace 36 años. Hoy es directora de proyectos de la ONG y en este tiempo ha podido constatar «cómo hemos ganado en profesionalización, pero siempre con el plus que caracteriza nuestro batallón de voluntarios: la entrega máxima a los demás».
Para Nacho Barbadillo, alumno de Bachillerato del Colegio Santa María del Pilar de Madrid, Mensajeros de la Paz ha sido precisamente su contacto con el mundo del voluntariado. «Empecé el año pasado. Sé que suena a tópico, pero los bebés y los niños con los que he estado me han dado mucho más de lo que yo he hecho por ellos», explica Nacho, que apenas ubica al padre Ángel, pero sí conoce el trabajo incuestionable de la asociación.
Quizá éste sea el secreto de este sacerdote. Saber estar en un segundo plano aún cuando los focos le buscan. En ese momento, él siempre intenta que en esa foto el protagonista sea el otro. El niño. El anciano. Los preferidos de Dios.
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