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El guerrillero paralítico
Alejandro Landes ficciona la historia del delincuente colombiano Porfirio Martínez
El 12 de septiembre de 2005, Porfirio Martínez se subió a un avión dirección Bogotá en su silla de ruedas con dos granadas escondidas en los pañales. Pero su historia no era la de un radical islamista, ni la de una neonazi empeñado en cambiar el mundo a base de violencia. Lo suyo era mucho más sencillo: deseaba que lo escuchasen. Su intención era llamar la atención de Álvaro Uribe, el entonces presidente de Colombia, pero, como era previsible, todo acabó con su arresto e ingreso en prisión.
Diálogos inventados
Alejandro Landes, que se dio a conocer con un documental sobre Evo Morales, «Cocalero», se interesó por aquel personaje real alejado de cualquier prejuicio que sobre un secuestrador de aviones podamos construir. «La película está inspirada en su vida pero, en esta ocasión, preferí utilizar la ficción: cada escena y cada diálogo son inventados. Incluso las relaciones entre Porfirio y otros personajes de su entorno», explica el director, que ya ha visto premiada la cinta en el Festival de cine de Amsterdam y en el de Biarritz, además de ser seleccionada para participar en la Quincena de los realizadores de Cannes y en Horizontes Latinos en San Sebastián.
A través de una narración sosegada, Landes pone el foco en la dualidad de Porfirio, «víctima y verdugo. Se trata de un hombre sensual que ama la vida, pero atenta contra ella», asegura Landes, que compartió muchas horas con Porfirio antes de rodar la película que protagoniza y lleva su nombre. «Cuando pasas tanto tiempo con él se humaniza, incluso encuentras su humor». En este retrato de la cotidianidad, Landes no quiere «recrear el espectáculo de la violencia, sino su latencia, su carácter extraño y foráneo. Para tratarla, solamente tienes dos opciones: o miras a otro lado o indagas en ella. Yo he optado por la segunda", añade. Para ello, dejó que todos los personajes se liberaran de la rigidez del guión: «No se trata de una improvisación, pero trabajamos sin texto para preparar una ingeniería de lo inesperado», añade.
UNA ESPALDA VIRIL PARA PIERNAS RAQUÍTICAS
Para su director, esta historia no es tan ajena al público como cabría imaginar. «Tiene que ver con todos nosotros porque de una manera u otra estamos encerrados en nuestro propio cuerpo, como le ocurre a Porfirio, una persona contradictoria no sólo en su condición de víctima y verdugo, sino también a nivel físico: es un cuerpo que combina una espalda viril con unas piernas raquíticas.
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