Columbus
Más cerebro que músculo
Henry ha interpretado a la perfección el papel de Arnold Schwarzenegger estos días en Madrid. Aprovechó, además, que Helen se fue a pasar unos días a Nueva York y se dedicó por entero al Arnold Classic, certamen del que es patrono y promotor. Cautivó a cuantos se le acercaron y fulminó la leyenda negra que gira en torno a él. Musculitos, actor famoso que ha tenido un desliz con la asistenta y ex gobernador de California, igual a tontaina. Todo lo contrario. Bien pudo fijarse, salvando las distancias, el sexo y las características corporales, en Coco Chanel, quien «para ser irremplazable» buscó «siempre ser diferente». Por ahí resopla Henry. No tiene el cerebro huero. Tampoco me imagino otro Terminator que no sea Schwarzenegger; quizá por eso, entre otras muchas razones, encandila a quienes le tratan en la distancia corta –sí, ya sé que con la chacha fue más lejos–. Ha conseguido que a la feria del «Body Building», su criatura, hayan acudido 20.000 visitantes en dos días, a 60 euros la entrada. Cuando lo organiza en Columbus (EE UU), se citan 40.000 practicantes de culturismo. La industria del «fitness» es tal que en el Palacio de Congresos de Madrid había espacio para 60 empresas y no sobró ni un centímetro. Henry (Arnold) lo maneja todo; su profesionalidad es la excelencia. Cuida el mínimo detalle. «Se para, se hace fotos, sonríe a todo el mundo... Se ve que se cuida, no tiene grasa. Practica ahora más deportes anaeróbicos que de musculación», cuenta un invitado a la cena del Casino de Madrid que compartió mesa con él. Un ángel, el Terminator.
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