Comunidad de Madrid

Cuando la derecha española perdió el miedo por José María Marco

Ayudó a actualizar la auténtica vocación popular de su partido

´l accidente de helicóptero en 2005: «Nos podíamos haber matado»
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La enigmática dimisión de Esperanza Aguirre pone el broche final, el más inesperado, a una de las carreras políticas más brillantes de la democracia española. Se irán conociendo, sin duda, las circunstancias que han rodeado esta salida, pero no se corresponde ni con el temperamento ni con la carrera de la hasta ayer mismo presidenta de la Comunidad de Madrid.

Dedicada a la política desde hace más de cuarenta años, ha destacado en la vida política española por varias cosas. Una de ellas fue la claridad del compromiso con una opción de derechas. Desde los primeros años ochenta militó en una organización llamada Partido Liberal, que era lo opuesto a cualquier forma de política e ideario socialista. Aportó a la derecha española su convicción, su tenacidad, una voluntad indomable y una visión estratégica extraordinaria. Por eso, en los años 80 se sumó al proyecto de derecha centrada y reformista de Aznar. Con él llegaría a ser ministra de Educación y Cultura, en el primer Gobierno de este último. Primera presidenta del Senado en 1999, cualquier otro hubiera considerado este puesto la culminación de una gran carrera política. No fue así porque Esperanza Aguirre no se rendía nunca. Así que pronto ocupó otra Presidencia, la de la Comunidad de Madrid, que ha llevado a invertir la vida política de la capital. Hoy no queda apenas rastro de aquel Madrid ultrasocialista e intervenido de los 80. Una de las personas que vieron que se podía conseguir otra cosa, el vibrante y muy libre Madrid actual –el mismo que representa todo lo que los socialistas no quieren para España– fue Esperanza Aguirre. Y vaya si lo consiguió.

Finalmente ayudó a actualizar la auténtica vocación popular de su partido. Ha sido tan querida por tantos madrileños porque éstos se identificaban con una mujer que sabía hablar con ellos, que los comprendía y que los expresaba. Lo hacía porque conectaba inmediatamente con lo popular, que en Madrid siempre ha sido importante, y porque es española por los cuatro costados, sin el menor reparo, con una naturalidad aplastante. Cuando fue ministra de Educación, intentó algo que ahora, trece años después, empieza a ser considerado imprescindible, como era la reforma de las Humanidades y de los contenidos que reforzaran la lealtad a nuestro país. Aquello le costó el puesto, y algunos recordamos sus lágrimas de rabia en el Congreso durante ese debate siniestro. La sucesión de Aznar dejó a Esperanza Aguirre fuera de la carrera por la Presidencia de Gobierno. Desde que Mariano Rajoy se consolidó en el célebre Congreso de Valencia, la proyección nacional de Aguirre, siendo importante, se vio limitada, en particular dentro de su propio partido. Desde entonces no siempre se la ha visto cómoda en un papel testimonial que no le correspondía del todo, ni por carácter ni como primera autoridad de Madrid. Hoy somos muchos los madrileños que ya la estamos echando de menos.


Recuerdo 2
El accidente de helicóptero en 2005: «Nos podíamos haber matado»

El 1 de diciembre de 2005, Aguirre y Mariano Rajoy resultaron ilesos tras estrellarse un helicóptero de las Bescam. Al inicio de un recorrido por Móstoles, un cambio del viento llevó al suelo el aparato. «Nos podíamos haber matado, pero estamos bien», dijo Aguirre nada más salir del helicóptero.