Asia

Pekín

China: secesión por petróleo

Además de ser el único gran aliado del régimen sudanés, el Gobierno chino suele oponerse por sistema a cualquier movimiento independentista, desde las guerrillas étnicas de Birmania a Timor Oriental, pasando por Kosovo. Sin embargo, Pekín hará una excepción de cara al referéndum que podría convertir el sur de Sudán en un país. 

Hu Jintao defenderá los intereses económicos de su país
Hu Jintao defenderá los intereses económicos de su paíslarazon

Parece que no está dispuesto a poner en peligro sus intereses en el Cuerno de África, sobre todo las jugosas reservas energéticas que controlan sus empresas estatales. Tiene razones de peso: de cada diez barriles de petróleo sudanés, cuatro son extraídos por empresas chinas y seis van a parar al gigante asiático.

Durante años, y a cambio de oro negro, el Partido Comunista Chino ha venido ofreciendo apoyo internacional al sanguinario presidente Al Bashir, desoyendo incluso las acusaciones de Tribuna Penal Internacional, que lo reclama por «crímenes de guerra y contra la humanidad» durante el genocidio de Darfur.

Pero tras oponerse firmemente en el pasado, los diplomáticos chinos han cambiado de opinión y ahora dan vía libre a la secesión, prometiendo neutralidad, tanto en público como en privado. Según un diplomático europeo que trabajó varios años en Sudán, Pekín sabe que la independencia del sur es más que una posibilidad, teme la inestabilidad por encima de todo y ha optado por el pragmatismo.

«Al fin y al cabo, la partición pacífica del país es mucho mejor que una guerra civil, escenario que podrían volatilizar los miles de millones invertidos», agrega la fuente. Además, las explotaciones chinas en Sudán están muy repartidas geográficamente, casi al 50% entre Norte y Sur, por lo que un gobierno hostil en el sur del país les haría perder dinero e influencia.

Por si fuera poco, la parte meridional, donde se han realizado menos prospecciones, tiene un increíble potencial energético. De hecho, algunos estudios consideran que esconde más del 85% del petróleo sudanés.Analistas como el estadounidense Joe Lauria destacan que, con tal de proteger sus intereses económicos, China está dispuesta a renunciar a su principio político: la oposición a cualquier movimiento independentista que recuerde a los suyos propios: sobre todo Tíbet, Xingjian y Taiwán.

En casos recientes, como Kosovo, Timor Oriental, o el propio Sudán durante el conflicto de Darfur, el gigante asiático no ha dudado en recurrir a su peso en la diplomacia y a su asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En realidad, lleva tiempo preparándose para mantener su influencia en las dos mitades del territorio. Así, Pekín abrió hace poco un consulado en la capital del Sur, Juba, un destino que los miembros del PCCh han ido incluyendo en sus visitas oficiales, donde cada vez son menos reacios a entrevistarse con cabecillas locales.

El interés es recíproco: el líder independentista Salva Kirr ha visitado ya dos veces el giganteasiático. Pekín tiene incluso un plan B para evitar que la división territorial arruine la extracción del petróleo: como alternativa al oleoducto que une Norte y Sur, ahora negocian con Kenia una nueva vía para llevarse el oro negro sin tener que atravesar territorio musulmán.