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La verdadera «pianista» de Roman Polanski

«La cantante del gueto de Varsovia»Agata Tuszynska alianza editorial464 páginas. 19,50 euros.

Gran era comparada con Dietrich
Gran era comparada con Dietrichlarazon

Unos días después del estreno de «El pianista», de Polanski, alguien entró en un cine de París con la esperanza de verse reflejada en alguna secuencia. Pero salió como había entrado. Cuatro años después murió sola, como llevaba mucho tiempo. Se llamaba Wiera Gran y era la estrella del café Sztuka, en el gueto de Varsovia, aunque la historia, también la filmada, le ha reservado ese honor al personaje que interpretó Adrien Brody (Wladyslaw Szpilman). La bella Gran dejó el gueto en 1942 gracias a su marido, que era católico. La opresión del nazismo, sin embargo, no iba a marcar su vida tanto como la acusación de haber colaborado con ellos, que surgió en 1945. Toda una vida desmintiendo que nunca había actuado como doble agente y escapando de cabaret en cabaret.

Arrancar confesiones
La escritora Agata Tuszynska la encontró en el más absoluto aislamiento en la capital francesa, donde consiguió arrancarle su propia versión de lo ocurrido: «Tenía que verificar lo que me había contado porque era un tema conflictivo», dice Tuszynska, que ha plasmado todo aquello en «La cantante del gueto de Varsovia» (Alianza Editorial). Una narración heterodoxa, a medio camino entre la biografía, el relato en primera persona, la documentación pura y dura... «A la vez era una historia personal, porque mi madre también sobrevivió en el mismo gueto». Asegura que dividió su trabajo en tres: el primero, un tanto detectivesco, pues debía arrancar las confesiones a la diva. Después vino la labor de verificación y, por último, la elaboración de este volumen.

La autora no culpa a Polanski de haberse olvidado de la que pudo haber sido la protagonista de su filme. «No sabía nada de mi libro porque ni yo estaba segura de hacerlo». Es más, considera que se trata de «una película excelente». Sin embargo, ni dentro ni fuera del libro es tan simpática con Szpilman, lo que le ha costado algún que otro pleito con sus descendientes: «Existió una relación misteriosa entre ambos, quizá algo más que profesional, pero, si no hubo nada entre ellos, ¿por qué la eliminó de sus memorias?», se pregunta la autora. De hecho, el pianista, que entró en aquel bar de Varsovia por selección de la cantante, se negó a darle empleo después a la artista, lo que le causó más de una penuria económica.

 

Un trauma doble
Si el Holocausto es el gran trauma universal del siglo XX, la escritora afirma que su protagonista sufrió más por la acusación de colaboracionismo: «La marcó más que el gueto, pues la experiencia del nazismo la compartió con sus conciudadanos. La otra la vivió en soledad y arruinó el resto de su vida». A pesar de todo, la escritora la recuerda como «una persona con gran sentido del humor».