Buenos Aires
Los «despidos» de los Castro llegan a la cúpula de la dictadura cubana
La isla corre riesgo de disturbios por la presión de los despidos masivos. Un 10% del empleo público se destruirá.
La profunda reforma del Ejecutivo que anunció Raúl Castro en marzo de 2009 ha llegado también a la cúspide del régimen. Ayer, el caudillo destituyó a tres ministros (los de Informática y Comunicación, Construcción y Recursos hidráulicos), tres días después de iniciar los despidos masivos del sector público como parte de su plan para «renovar» el modelo económico.
No es difícil imaginar el clima que se vive estos días en la isla, donde muchos saben que tienen una espada sobre su cabeza. Acusaciones cruzadas, incitación a la delación y un infinito recelo son el triste final de un régimen que pretendió ser el más solidario. El espectro del miedo al paro recorre la isla, donde el principal empleador del país, el Estado, despedirá a un 10% de su fuerza laboral, con un excedente de más de un millón de efectivos, según dijo Raúl Castro. Pero el sector privado es aún demasiado anémico en la isla como para absorber al elevado número de trabajadores que quedarán en la calle, a pesar de que se vaya a permitir una expansión de la iniciativa privada con la esperanza de que al menos 250.000 de éstos sean capaces de sostenerse a sí mismos. Una quimera teniendo en cuenta el sistema actual
Los despidos planeados también provocaron alertas de disturbios entre los partidarios del régimen, como Pedro Campos, un historiador del Partido Comunista y ex diplomático que asegura a LA RAZÓN que este proceso «podría llevar al colapso y a un éxodo masivo incontrolable».
Incluso la izquierdista Liga Internacional de los Trabajadores, activa en Iberoamérica, ataca los despidos como «un clásico plan capitalista», y agrega que «la defensa del socialismo pasa hoy en Cuba por impulsar la lucha de los trabajadores contra este plan y exigir el derecho de huelga».
Y es que pocas cosas concitan tanta perplejidad en el mundo como el giro capitalista protagonizado por Cuba. Algunos estiman que se trata de una renovación importante, aunque no de una mudanza sustancial del modelo de producción. Otros, al contrario, imaginan un futuro inevitable de estallido social.
Lo cierto, sin embargo, es que el golpe de timón se apoya no sólo en necesidades económicas internas. Lo empuja también un contexto global diferente y los deseos de una población que pide una esperanza nueva en el horizonte.
Este fin de año, el diario oficial «Granma» daba un indicio del giro: «No hablamos del año que viene, sino del país que viene».
Batallas campales entre funcionarios
- Miriam Celaya es la autora del blog Sin Evasión. En éste comenta que los despidos masivos del sector público están provocando «batallas campales». Mientras, los expertos hacen su trabajo, para seleccionar a los sacrificados. «Por estos días cualquier cubano se erige en verdugo de otro», explica la bloguera. «¿Por qué me van a sacar a mí y no a "Fulanita", que es una corrupta?». Y es que la disidencia asiste con desagrado a los despidos. Como la conocida blogera Yoani Sánchez que escribe: «Aunque parece que nada se mueve, el sistema va cuesta abajo a velocidad de la luz, como ahora».
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