Cataluña

Rajoy urge al PP a cultivar el trasvase socialista

Desde hace prácticamente un año, desde aquella última crisis interna por flecos derivados del «caso Gürtel» y de la pelea Aguirre-Gallardón, los Comités Ejecutivos del PP son un «paseíllo» para Mariano Rajoy. A cual más fácil. Y el de ayer fue ya la guinda, aderezada con ramo de rosas y ovación para la lideresa del momento, Alicia Sánchez Camacho, por los resultados en Cataluña.

Rajoy comparte con sus barones su inquietud por el futuro económico de España
Rajoy comparte con sus barones su inquietud por el futuro económico de Españalarazon

Un síntoma del momento dulcísimo que atraviesan fue que no hubo más intervenciones que las oficiales, la de Rajoy, la de la secretaria general y la de la exultante Sánchez Camacho. En el PP se esfuerzan en disimularlo, pero están encantados de haberse conocido y ven al alcance la mayoría absoluta. Ni en sus mejores sueños esperaban salir tan bien parados de la prueba catalana y ayer lo celebraron como merecía la ocasión, aunque el jefe dio un toque de atención contra la autocomplacencia.

No es normal que los discursos de Rajoy ante el Comité Ejecutivo se abran a los medios de comunicación por aquello de cuidar, al menos formalmente, el supuesto debate interno que debe acoger ese órgano directivo, que en la práctica es mínimo. Pero ayer se hizo la excepción a la regla para poner altavoces a un mensaje en el que no había puntada sin hilo.

El día después de las elecciones Rajoy habló en clave catalana y nacional, con un mensaje económico que incluye matices importantes. La decisión de la dirección popular es mantener la presión en el terreno económico, aunque los socialistas insistan en la cantinela de que son unos «antipatriotas». Les da igual lo que digan, porque, según Rajoy, el PP «no puede incorporarse al coro de las palabras vacías». «Nadie reclama abrazos en la contemplación, ni unanimidad en la dejadez. Por tanto, no podemos hacerlo y no lo vamos a hacer. Porque si España aún conserva una reserva de crédito es porque no todos somos iguales», proclamó en su mensaje abierto a las cámaras. Por primera vez de manera muy expresa el jefe de la oposición se dirigió a los mercados y a los inversores, no para apoyar al Gobierno, al que urgió a gobernar, sino para levantar ante ellos esa bandera de al «alternativa» que viene agitando en el terreno doméstico.

«Nuestra obligación más importante es garantizar aquí, en España, y fuera de España, que en España hay alternativa, que existen soluciones. Que el mundo no se acaba con el señor Rodríguez Zapatero. Que en España hay quienes están dispuestos a hacer lo que otros no quieren hacer», sentenció. Ni fotos con empresarios ni declaraciones de intenciones, a Rajoy no le valen, y lo que exige es que se gobierne, mientras que él seguirá apoyando solo aquello que considere que es bueno para el interés general. «Los disparates los seguiremos denunciando. Porque tiene que haber una referencia que le diga a la gente, aquí y fuera de aquí, que en nuestro país se puede confiar»: segundo recado a los inversores. Y ya dice el refrán que no hay dos sin tres: «Este Gobierno, por lo menos hasta hoy, ha demostrado que no sabe. Pero España es un país que sí ha demostrado, hace muy pocas fechas, que tiene emprendedores, que tiene trabajadores y gente que es capaz de superar esta situación». En clave de resultado catalán, entre otras cosas Rajoy se felicitó del trasvase de voto socialista y presentó al PP como un partido abierto a todos, hayan votado a quien hayan votado en el pasado. Sabe que para ganar en 2012 necesita ampliar su granero electoral por la izquierda: con votos o con abstenciones.