Egipto
Las pirámides cambian el camello por el coche eléctrico
La estampa de decenas de camellos y carros de caballos apostados junto a las pirámides de Giza a la caza de turistas está a punto de desaparecer por orden de las autoridades egipcias, que quieren pasarse al coche eléctrico.
"Ya no es posible esperar a los turistas con el camello al pie de las pirámides", dice a Efe Gamal Sayed, un egipcio que lleva más de 25 años trabajando a lomos de este rumiante por las proximidades de las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, que forman una de las siete maravillas del mundo.Al igual que Gamal y su camello "Duba Duba", medio centenar de camelleros espera a los visitantes en un nuevo emplazamiento para ellos dentro del recinto faraónico. Hasta el nuevo lugar llegan los visitantes para fotografiarse frente a una panorámica de la necrópolis de Giza, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y situada a unos veinte kilómetros de El Cairo.Este nuevo emplazamiento es aún provisional porque, según explica otro de los trabajadores, Omar, los establos definitivos se ubicarán en la carretera que lleva a la localidad de Al Fayum. "Los turistas no vienen a las pirámides solo para ver piedras, sino también para montarse en los camellos", explica Omar, que habla español y se presenta como "Mauricio".Ataviado con un turbante y unas gafas de sol oscuras, este camellero critica los cambios que impulsa el secretario general del Consejo Superior de Antigüedades, Zahi Hawas, ya que, opina, acabarán con la tradicional imagen de las guías turísticas."No entendemos lo que quiere Hawas", se queja el camellero rodeado de rumiantes y vendedores de papiros y otros recuerdos que dormitan bajo el sol de mediodía sobre las dunas del desierto.Hawas, el mediático arqueólogo que con su característico sombrero al estilo de Indiana Jones se encarga siempre de presentar cualquier descubrimiento arqueológico, asegura que se trata de "salvar las pirámides", y celebra que "se hayan expulsado a los caballos y carros de las cercanías de las pirámides"."Muchos de los propietarios de camellos hacen cosas que dañan el turismo. Recibo muchas cartas de turistas que aseguran que nunca volverán a Egipto porque fueron maltratados o acosados por ellos", escribe Hawas en el semanario en inglés del diario Al Ahram.El proyecto de modernización de la meseta de Giza, que ha llenado estos días el recinto de policías a camello, obreros y máquinas, cambiará el acceso de quienes lleguen en autobús. "Los turistas podrán ver los establos tan pronto como bajen de sus autobuses y esto les ayudará a tomar una decisión inmediata sobre si montar o no a caballo o camello", explica Hawas.Pero nunca, según las nuevas normas, podrán pasearse en camello o caballo cerca de las pirámides, sino lejos de ellas. La principal novedad, sin embargo, será la ampliación de la oferta de transporte con el uso de coches eléctricos, que "los turistas podrán tomar para llegar hasta la segunda pirámide y luego andar por el recinto", según Hawas."A partir de ahora nadie estará cerca de ellos preguntándoles si quieren montar un camello o comprar un recuerdo", agrega el arqueólogo, quien confiesa que su sueño "es limpiar la meseta de Giza y devolverla a su gloria primitiva". Y, de paso, contemplarla en coche eléctrico.Precisamente estos coches se han convertido en el blanco de las críticas de los camelleros, que los consideran un competidor a cuatro ruedas que terminará con su negocio. Mientras explica sus motivos para oponerse al "invento", Omar señala una nueva carretera que aparece en mitad del desierto en dirección a las pirámides y que varios empleados se afanan en terminar."Trabajaremos donde él nos deje, aunque sea más lejos y los turistas tengan más difícil llegar allí para montarse en nuestros animales", sostiene Omar. Ante las críticas del secretario general del Consejo de Antigüedades, que los acusa de engañar y abusar de los turistas, Omar responde que "no obligan a nadie a subir en camello"."Negociamos siempre el precio antes de que los turistas monten en los animales", señala Gamal, que explica además que su trabajo empieza temprano, "más o menos a las 7 y termina a las 4", hora en la que todos regresan a casa.
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