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Rajoy a Amaiur: «No les debemos nada»
El líder del PP exige a los abertzales que pidan la disolución de ETA y garantías de que «no hay chantajes ni amenazas ni jueces de la vida ni las libertades de los demás»
MADRID- Hacía 18 años que no pisaban el Parlamento, han vuelto y su intervención se escuchó con un silencio casi sepulcral en el Hemiciclo. El diputado Iñaki Antigüedad, ex miembro de la Mesa Nacional de Batasuna, fue la voz de Amaiur en el debate de investidura y quien nada más subirse a la tribuna, con camisa roja y sin corbata, prometió «ir al grano». Y el grano tornó en un reclamo a Mariano Rajoy para que no ignore los resultados electorales en el País Vasco y admita que unos y otros están «condenados» a entenderse. Demanda que no aceptó el que minutos más tarde iba a ser investido sexto presidente del Gobierno de la democracia. Y eso que Antigüedad dijo que Amaiur no había llegado al Congreso «con obsesiones identitarias» ni con la independencia vasca «como primer objetivo», pues éste es, según proclamó, «la resolución integral del conflicto». Pese a eso y pese a reconocer que su coalición y el PP son de antemano «adversarios políticos netos», pidió a Rajoy que fuera «estadista» y «radical» para apoyar «reformas extremas desde la democracia».
Fueron diez minutos que Antigüedad salpicó de demandas a las que Rajoy respondió con otra: que la coalición abertzale pida públicamente la disolución de ETA. Podía haberlo dejado ahí, pero dijo más y de forma más contundente: «No le debo a usted nada, ni yo ni la sociedad española. Estos son los acreedores». Estas palabras tronaron en el hemiciclo porque en casi doce horas de debate, Rajoy no había clamado antes de esta manera con ningún otro grupo y pareciera que los suyos esperaran semejante contundencia porque recibieron sus palabras con aplausos cada vez más intensos. Razones tenía Rajoy para el tono porque, añadió, que él aún espera, como todos lo españoles, que la organización terrorista, «que todavía existe», se disuelva de forma irreversible. Así que pidió que se garantice a todos los españoles que «no hay chantajes ni amenazas ni personas que se erigen en jueces de la vida, de los derechos y de las libertades de los demás, y que eso se acabó». Es el paso que, según sus palabras, exigen «la lógica, el sentido común, la decencia y la moral».
Tras escuchar la respuesta de Rajoy, Antigüedad afirmó que Amaiur «perseverará» en su empeño de hablar, mientras que el líder del PP le replicó que él perseverará en recordarles que insten a ETA a que desaparezca. Rajoy apenas cruzó la mirada con el abertzale, al que escuchó decir que la paz «se hace con el enemigo, no con el amigo» y que la perseverancia de Amaiur les llevará si es preciso a atornillarse a la mesa. Acabó su parlamento y nadie aplaudió sus palabras, ni siquiera los otros seis abertzales. El debate con los herederos de Batasuna no acabaría con Rajoy porque, luego, el portavoz del PP, Alfonso Alonso, iría más allá al decir que a Amaiur le queda «un largo camino por recorrer» para aceptar las reglas del juego de la democracia y advertir que los diputados populares serán «especialmente exigentes» con los parlamentarios abertzales.
Poco después, se producía la votación a la investidura de Rajoy y, sorprendentemente, los abertzales se abstuvieron en vez de ausentarse del Hemiciclo. ¿La explicación? «Es una forma de decir que no vamos a formar parte de la gobernabilidad con todo el respeto a esta institución, igual que nosotros pedimos respeto a nuestras instituciones, a las de hoy y a las de mañana». Continuará, seguro.
El PNV se aferra al compromiso de diálogo de Rajoy
«Le he dicho al señor Rajoy que es imprescindible trabajar consensos y él ha cogido el guante y ha dicho que nos dedicará una especial atención como interlocutores privilegiados en estos temas». Son las palabras del portavoz del PNV, Josu Erkoreka, ayer, durante la votación de investidura de Mariano Rajoy. Según aseguró, su formación no encuentra motivos suficientes para apoyar del todo al PP, pero tampoco halla razones «contundentes» para no apoyarle, por lo que prefiere «poner en valor» el compromiso de Rajoy de mantener una «interlocución destacada» no sólo en relación a ETA, también en política industrial, desarrollo de infraestructuras, crecimiento económico y política de investigación.
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