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Más allá de los sueños por Rosetta Forner

La Razón
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Los seres humanos no podemos vivir atrapados en el dolor de una pérdida, porque el alma se congela y no nos quedan lágrimas para llorar. El dolor se hace familiar, y la alegría no regresa a nuestras ventanas. Por eso, psicológicamente es sano dejar el pasado atrás, como si de una liberación se tratase. Las heridas emocionales deben curarse y cerrarse para que podamos avanzar con nuestras vidas. El duelo por la pérdida de un ser querido conlleva un dolor que necesita un bálsamo especial para curarse compuesto de compasión, paciencia, mucho amor, consuelo, comprensión y apoyo emocional de quienes nos aman. Existen lazos espirituales –invisibles al ojo humano- que nos unen, por eso cuando una relación se rompe o perdemos a alguien nos duele literalmente el alma. El amor teje hilos que nos entrelazan. Los padres de Marta del Castillo, y los de todas las Martas del mundo, necesitan paz para su corazón. Necesitan enfrentarse y aceptar el vacío de la presencia física de su hija para poder empezar a tejer la relación espiritual con su memoria. Las personas no morimos nunca mientras haya alguien en cuyo corazón siga residiendo la memoria de nuestra sonrisa. Espero que algún día los ángeles dejen de llorar, y esos padres encuentren el bálsamo que calme sus doloridos corazones. Los que creemos que existe vida después de la vida, sabemos que hay un lugar más allá de los sueños donde nos encontraremos con las personas que amamos en este mundo físico. La memoria del amor no se borra porque el alma no muere jamás.