«Katmandú un espejo en el cielo»: Pedagogía de bajo coste

El título de la última película de Icíar Bollaín resulta un tanto equívoco: el espectador podría pensar que se enfrenta a un documental de viajes o a uno de esos ensayos «new age» sobre budismo y sucedáneos que tanto éxito tienen entre el público de versión original. Pero no: «Katmandú, un espejo en el cielo» cuenta la historia de una maestra vocacional, Laia (inspirada en la profesora catalana Victòria Subirana), que, en manos de Bollaín, se transforma en mártir, capaz de sacrificar su dinero, su energía, su tiempo y su vida personal por educar a los niños más pobres del Nepal. El retrato humano está por encima del retrato de un espacio o una cultura. El problema reside en que la directora apenas explica la psicología de su personaje con tres o cuatro «flash-backs» que pretenden justificar su entrega a la causa pedagógica con traumas infantiles que la acción solidaria pretende compensar. La indudable fuerza de la interpretación de Verónica Echegui hace que la obsesión de Laia se explique mediante las decisiones que toma, pero la complejidad emocional que se esconde detrás de esa misión nos escatima sus grises: la gente a la que renuncia en su camino, la fe un punto enloquecida en salvar al mundo.