Italia

Esas cabezas

La Razón
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Hace ya muchos años vi en doble sesión «El hombre elefante» y «Cabeza borradora». Casi me vuelvo tarumba. A Dino de Laurentiis debió de ocurrirle algo parecido, pues no dudó en recomendar a David Lynch, después de producirle «Dune», que con «Terciopelo azul» guardara las formas. De esta última me gustó hasta la banda sonora de Angelo Badalamenti y, sobre todo, «Blue Velvet», de Bobby Vinton. ¡Qué tiempos! Ahora, las cabezas vienen amuebladas más a tono con el siglo, pero algunas no dejan de perturbar sean cuales fueren los hombros que las sostienen. Algunas evolucionan, como la de Fernando Alonso, quien ha tenido que demostrar en su derrota más injusta y más triste que por fin ya es de este mundo. Humildad y aplomo, caballerosidad y gallardía, fueron las pautas tras el descalabro al que le condujo Ferrari por sus malas cabezas. En Italia culpan directamente a Montezemolo, testa principal, presidente de la escudería, mientras arropan al piloto español. Como dijo Fernando, si con el tercer coche de la parrilla han luchado por el título hasta el final, en cuanto el monoplaza funcione como un Ferrari y no como un Minardi, se sale. Una cabeza diferente es la de José Mourinho; si condujera un Fórmula-1 no terminaría una carrera. Se dispara con tanta facilidad que en lugar de parar en el «pit lane» lo haría en la tribuna de autoridades, como desafío. Entonces, o trasladan el garaje de sitio o le cambian a él. En la F-1 «Mou» no tendría futuro, se pasa de frenada; en el fútbol, es evidente que sí lo tiene, lo ha demostrado. Es capaz de ganar títulos, y de dejar la imagen del club que le patrocina, y que no se atreve a reprenderle, por los suelos. Da titulares, qué bien, pero siembra de tachuelas el camino del Madrid.