Barcelona
«Queremos la liberación de Gilad pero no a costa de la seguridad de Israel»
«No existe una solución militar, la vía actual es el intercambio de presos con Hamas»
MADRID- La familia de Shalit se resiste a que el secuestro de Gilad por los islamistas de Hamas quede en el olvido. Joel Dov Shalit, de 27 años, viajó ayer acompañado de su novia Yaara Winker hasta Barcelona para participar en la primera manifestación que se organiza en nuestro país para recordar la situación del sargento de 24 años y reclamar su liberación. Rostros conocidos como Rafael Luna (PP) o Carles Llorens (CiU) acudieron a la cita. Los padres, Noam y Aviva Shalit, la siguieron desde la tienda de campaña que han levantado a las puertas de la residencia del primer ministro.
–Ha pasado un año desde que se obtuvo la última prueba de vida del sargento Gilad. ¿Qué indicios tienen de su supervivencia?
–Desde octubre de 2009 no tenemos ninguna prueba de vida de mi hermano.
–¿Temen por su estado?
–Confiamos en que siga vivo, pero cada día que pasa en cautiverio es un riesgo para su vida. Está en unas condiciones muy precarias, creemos que su salud es débil. La situación en Gaza tampoco es estable y eso supone un peligro añadido para Gilad.
–Está abierta una línea de negociación indirecta entre el Gobierno israelí y Hamas a través de mediadores alemanes. ¿Qué expectativas guarda su familia?
–Queremos la liberación de mi hermano Gilad para que pueda regresar a nuestra casa, pero también queremos un acuerdo que no perjudique la seguridad de Israel.
–Hamas exige la entrega de 450 hombres entre los que se encontraría el líder palestino, Marwan Bargouth. ¿Creen que habrá consenso?
–No queremos entrar en este tipo de cuestiones concretas. Nosotros confiamos en las labores de nuestro Gobierno y le apoyamos.
–Dice que la solución no puede ser a costa de la seguridad de Israel. ¿Qué líneas rojas no deben cruzarse?
–Tras cuatro años y medio de secuestro creemos que existe una posibilidad sólida de alcanzar un acuerdo sobre un intercambio de presos. Creemos que hay espacio para la negociación y que, incluso, se puede plantear la entrega de palestinos con delitos de sangre. Con límites, se debe hacer todo lo posible para liberar a un soldado israelí.
–Prácticamente todas las familias israelíes tienen alguno de sus miembros dentro de las Fuerzas Armadas. ¿La sociedad de su país está identificada con su caso?
–Existe una unanimidad en mi país sobre la obligación de liberar a Gilad. Sentimos la solidaridad de la gente, aunque es cierto que se ha abierto un debate en torno a la negociación y los métodos.
–El intento fallido de rescate militar a un militar israelí en 1994, ¿hizo que se descartara el uso de la fuerza?
–Después de más de cuatro años, creemos que la solución vendrá a través de las gestiones políticas.
–¿Piensan que la reapertura del frágil proceso de paz puede ser un buen contexto para la liberación de su hermano?
–Rotundamente no. Las conversaciones se llevan a cabo con Al Fatah, que está en Cisjordania. La reanudación del diálogo ha enfurecido a Hamas. La contestación violenta que ha dado al proceso puede perjudicar la liberación de mi hermano.
–Sus padres Noam y Aviva han destacado por su activismo. La marcha de 12 días de este verano por Israel o la acampada en Jerusalén son buenos ejemplos. ¿Qué otras citas tienen en mente?
–En estos momentos estamos muy concentrados en la acampada que mis padres han hecho en frente de la residencia del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Ellos no quieren trasladarse a ningún otro sitio, no han venido a Barcelona. Yo paso todos los fines de semana con ellos.
–¿Las convocatorias son efectivas a la postre?
–Son clave para mantener la atención política y que el secuestro no caiga en el olvido.
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