Islamabad

Yemen busca (aún) su revolución

Las elecciones presidenciales de hoy servirán para medir el éxito del levantamiento

Yemen busca (aún) su revolución
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«Estamos sólo al principio de una revolución», explica a LA RAZÓN por teléfono Shada al Jaraza, de 26 años, una activista yemení que acampa desde hace once meses en la rebautizada «Plaza del Cambio», epicentro de las revueltas en Saná. «No nos conformamos con la salida de Ali Abdalá Saleh [ex presidente yemení], queremos un verdadero cambio; unas instituciones fuertes y políticos no corruptos», insiste Al Jaraza antes de advertir que «nuestra lucha continuará hasta que Saleh se enfrente a la Justicia». «Tiene que pagar por sus crímenes», agrega.
Como Al Jaraza, miles de opositores siguen protestando en las calles para exigir que se levante la inmunidad del ex presidente yemení, y están dispuestos a «boicotear las elecciones». Más que comicios presidenciales, Yemen celebrará hoy un referéndum para elegir al actual vicepresidente del país, Abdo Rabu Mansur Hadi, como jefe de Estado.
La República de Yemen es un país joven, que nació en 1990 tras la unificación del norte y el sur. El ex presidente Saleh, que gobernaba en el norte desde 1978, fue el artífice de esta alianza, y continuó en la Presidencia hasta el pasado 23 de noviembre, tras aceptar un acuerdo auspiciado por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) para el traspaso de poder.
«La transición política en Yemen tiene que tener su propio ritmo. El país ha sufrido mucho económicamente desde que estallaron las protestas en marzo de 2010, y no se puede cambiar el régimen de la noche a la mañana», explica a LA RAZÓN el periodista yemení Muhamad al Gabari.
Todos los partidos políticos acordaron por unanimidad que Mansur Hadi ocuparía la Presidencia de forma interina por dos años, y durante este periodo deberá reformar la Constitución y convocar elecciones generales y presidenciales. «Los cambios en Yemen tienen que venir acompañados de mejoras económicas», indica una fuente diplomática yemení en Islamabad.
«Yemen sigue siendo un país dividido, no por los intereses separatistas del sur, sino dividido entre muy pobres y muy ricos», continúa el diplomático. El 42% de los yemeníes viven con menos de dos dólares al día y el paro alcanza el 35%. Además, más de la mitad de los niños mayores de 10 años no sabe leer ni escribir.

Un país de estructura tribal
El inicio de la producción de petróleo a mediados de los noventa permitió cierto crecimiento, pero sus modestas reservas se están agotando, lo que deja al país dependiente de la ayuda exterior. La situación de inestabilidad en Yemen también afectó a las inversiones extranjeras que han caído un 41% respecto al año anterior.
Otro de los problemas que afronta el país para poder convertirse en una democracia real es romper con la estructura tribal que amenaza con la desintegración. La guerra tribal y el conflicto sectario siguen latentes en Yemen. Las autoridades se enfrentan a grupos armados que han encontrado el amparo de Al Qaeda para sembrar caos e inestabilidad. En el norte, en la frontera con Arabia Saudí, el Gobierno de Saná afronta desde el año 2004 la insurrección abierta de los huthi, una tribu de confesión chií zaydí. El ex presidente Saleh, conocido por su política de pactos con jefes tribales y extremistas islámicos para consolidar su poder, recurrió a los huthis para frenar el avance salafista, peroen este momento los zaydíes se quejan de la discriminación religiosa, social y económica. En el Sur, el Gobierno utilizó a los muyahidines, que habían luchado en Afganistán contra los rusos, para vencer a los rebeldes de Taiz en 1994.
El futuro de Yemen sigue siendo una incógnita. Los próximos dos años serán clave para la transición a la democracia del país. Los comicios de hoy son la prueba de fuego para demostrar que la muerte de un millar de personas ha servido para algo.


Ataques contra los colegios electorales
Un soldado yemení resultó ayer herido grave por disparos de hombres armados contra un colegio que se utilizará hoy como centro de votación en Adén, en el sur, según explicaron a Efe fuentes policiales. En primer lugar, los atacantes hicieron explotar un artefacto en el colegio electoral en el barrio de Jur Maksar, sin causar víctimas. Tras el estallido, los agresores intercambiaron tiroteos con el militar, hiriéndolo de gravedad. Las autoridades sospechan que pertenecen a grupos separatistas que piden boicotear las elecciones.