Historia

Poesía

El sur de Azaústre también existe

 
 larazon

Una nostalgia contenida, cáustica, más referida al presente incumplido que a una añoranza del pasado, guía este agasajado poemario, que obtuvo el premio Loewe, en el que Azaústre intensifica su versatilidad para entrecruzar los más variados mimbres poéticos. Se trata de un viaje al sur de la memoria bajo el pretexto de que, en su caso, coincide con la memoria del sur.

En la certeza de que no hay nada más universal que lo local sin paredes, Azaústre se ciñe a abrir el telón de su Córdoba natal mostrando toponimias (ya en el título del libro), nombres propios y anécdotas autobiográficas, que no son sino un reclamo para mejor esparcir sus reflexiones simbólicas. Del mismo modo, su incisivo lirismo no procede por invocación, sino por arrastre del pasado al tiempo actual, lo que refuerza esa elegía del presente. Su poesía se bifurca, así, entre lo autobiográfico y la forja del lenguaje (en «La contractura» asume esa necesaria hibridación), en un realismo simbólico, y, por tramos, surreal.

«No permitas que nadie condicione tu gesto. No hay caudal sin mutismo», se preserva, finalmente, de los rótulos, tras jugar al escondite inglés con un «tú» que oscila entre la amante fugitiva, el lector y su propio doble. Lo atractivo del poemario es la elocuente dualidad de planos, entre la existencia banal y la redención de la memoria poética, cuya plenitud deja en los símiles, en rigor, inalcanzable al texto, pues «está detrás del laberinto/y no hay salida fuera de sí misma:/es un hotel costero abandonado/donde todas las puertas nos llevan hasta el mar».