San Lorenzo
Cinismo soberanista por Pilar Ferrer
En las terrazas de la Plaza del Castillo, cerca del Hotel La Perla, donde se hospedaba, inmortalizó para siempre Ernest Hemingway los «sanfermines». El que fuera Premio Nobel fraguó allí su gran obra, «Fiesta», magnífico retrato de las tradiciones del viejo reyno. Causa lamento contemplar ahora cómo un grupo de radicales, al albur de la izquierda abertzale, intentan reventar uno de los festejos de mayor renombre mundial. Una vez más, las consignas de Batasuna se entremezclan con el pueblo llano bajo la pertinaz consigna de reivindicar la anexión de Navarra al País Vasco.
Ante el horizonte electoral en Euskadi, late una preocupante situación. La previsible victoria del PNV y, sobre todo, el imparable ascenso de Bildu y sus marcas afines, dibujan un escenario de fuerte calado soberanista. El líder peneuvista, Íñigo Urkullu, no tiene reparos en tildar a Bildu de «estalinista». Olvida que, sin embargo, fue su partido un ferviente defensor de su legalidad. Y de nuevo, en medio de las fiestas pamplonesas, los proetarras aprovechan también para hacerse notar, con el objetivo de tensionar las calles. La actual crisis política del Gobierno navarro, tras la ruptura de Yolanda Barcina con los socialistas, acrecienta el caldo de cultivo.
Entre la más pura tradición de San Fermín, cuyos restos descansan en San Lorenzo, la iglesia que a pesar de su agnosticismo tantas veces visitó Hemingway, subyace el gran cinismo soberanista. El de quienes confunden la diversión con la pitada. El sano jolgorio con la pelea. El «Riau Riau» con la increpación violenta. Es necesario no caer en la provocación. Con San Fermín se abre el calendario festivo veraniego. A proclamas intencionadas, oídos sordos.
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