Ley electoral
El zapaterismo se acabó
Una semana después de la comparecencia del presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados, las aguas siguen muy revueltas. ¡Pero que muy revueltas! Se han roto todos los diques lógicos construidos en torno a un presidente para evitar el desgaste propio de la política. Con los diques rotos; la torrentera ha ocupado precipitadamente la vida política, llevándose por delante seis años de legislatura.Rodríguez Zapatero se ha cargado de un plumazo toda su identidad, ese punto del que había fabricado una manera propia de hacer política. Durante una Legislatura y media ha construido una política muy ideológica, con una fuerte carga social y con unas políticas de las que él se ha hecho propietario e impulsor. Seis años de machaque diario, de ensalzamiento de sus iniciativas y de desprecio a la derecha por no tener en cuenta esas políticas sociales de las que él se sentía único protector. Pues bien, todo ese edificio real o imaginario fue destruido por él mismo el pasado miércoles en el Congreso. Zapatero se hizo a sí mismo el finiquito político; liquidó a las bravas el concepto de «zapaterismo» sobre el que había pivotado y sobre el que había defendido toda su actividad. Zapatero sacrificó todo en dos minutos.Todavía una semana después hay quien ingenua o interesadamente ven detrás de lo ocurrido generosidad política o incluso una falsa mentalidad de estadista. ¡Que nadie se engañe! Y ¡que nadie intente engañar a los ciudadanos! Zapatero no se cree lo que ha hecho, es consciente de que el llamado «tijeretazo» es simplemente el final de su política por las imposiciones llegadas desde Bruselas y el Fondo Monetario Internacional y las presiones de Sarkozy, de Merkel y de Obama. Zapatero ha vendido toda soberanía económica, ha renunciado a lo que hasta ahora habían sido sus principios intocables para seguir sobreviviendo en política. Es una huida hacia ninguna parte que no puede tener muy buena salida. Es la respuesta evidente y clara de un político que se siente acorralado, que no sabe por dónde tirar y que ha preferido claudicar de cualquier principio antes de aceptar que su ciclo político se ha acabado y está agonizante. Zapatero con lo ocurrido ha llegado al final del recorrido. Tiene legitimidad democrática para agotar la Legislatura, es verdad, pero también es cierto que realmente mantener con respiración asistida estos dos años que nos quedan por delante puede provocar un daño irreparable para España, para los españoles y para la economía.El «zapaterismo» ha terminado. Ahora sólo esperamos responsabilidad por parte del presidente del Gobierno para que con sentido común marque un calendario electoral que facilite a los españoles la posibilidad de elegir un nuevo candidato como Jefe del Ejecutivo en unas elecciones anticipadas. También podría dejar paso a otro socialista que presida un Gobierno hasta las elecciones generales, pero con una situación política tan deteriorada y una situación económica tan desastrosa, lo más saludable con diferencia para todos es el adelanto de elecciones generales.
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