Pensiones
Contrastes sumergidos
El Gobierno quiere aflorar una economía que está sumergida por culpa del Gobierno: una economía libre daría lugar a que se sumergiese una minoría de criminales y no cientos de miles de trabajadores y empresarios; pero una economía con casi cinco millones de parados no es libre. El Gobierno quiere que se vea que está haciendo algo para que la ocupación se recupere cuando buena parte de lo que ha hecho ha servido para profundizar y prolongar la crisis. Sabe que si toda la economía sumergida emergiera mañana mágica o policialmente es probable que el paro aumentase y aún más empresas se fueran a la quiebra: por eso tiene que combatir la economía sumergida pero a la vez no combatirla. Sabe, como sabe cualquier economista, que ningún plan contra el empleo sumergido puede funcionar realmente más allá del corto plazo, y a veces ni eso. El mismo intervencionismo es el que produce tanto el paro como la economía sumergida: no es fácil que la coacción política y legislativa vaya a resolver lo que ella misma ha creado.
Este Gobierno lo sabe, pero no quiere, como no han querido ninguno de los anteriores, abrir los mercados y bajar los costes. Confía en que la recuperación económica en marcha se traduzca pronto en datos mejores sin que haya que acometer reformas verdaderas. Presume de principios nítidos, pero pasteleó antes y pastelea ahora.
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