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Rafael Álvarez «El brujo»: «Prefiero pagar el IVA que vivir en el siglo XVII sin hacerlo soy realista»

A finales de septiembre tendrá una semana libre: «Quizá me escape por ahí, fuera de España, con mis hijos y mi mujer», cuenta. Con él siempre van uno o dos libros. Ahora anda enfrascado en Carl Gustav Jung. «Me gustan los ensayos de psicología».

«Al trabajador que se escaquea y pide cosas sin sentido, lo pones de empresario y es el cutre, el que paga un sueldo precario»
«Al trabajador que se escaquea y pide cosas sin sentido, lo pones de empresario y es el cutre, el que paga un sueldo precario»larazon

Nuestro trovador más popular no para en verano: estrena en Mérida «La Odisea» el 1 de agosto, que luego se verá en Los Veranos de la Villa, y el 15 será, todo él, las «Mujeres de Shakespeare» en el Teatro Cofidis Alcázar. Y, como siempre, él se lo guisa...

-¿Subirse a un escenario todos los días es una odisea?
-Sí, en el sentido simbólico: es un viaje de ida a lo desconocido y vuelta al hogar, como Ulises.

-¿Y en el sentido coyuntural?
-En el económico y estructural, más que la Odisea, es la Ilíada: la epopeya de la guerra.

-Hoy hablamos de inmigración, pero el viaje de Ulises sí que fue tremendo...
-En aquella época, por barco, se tardaba nueve días en hacer su viaje; y Ulises tarda diez años. La pregunta es: ¿por qué? Para tener luego muchas cosas que contar.

-Y anda que a usted le gusta eso. Porque es actor, pero en los últimos años...
-Soy un contador de historias, sí, me he ido decantando, de manera que mi función de actor está al servicio de esta vocación.

-Hay pocos ya.
-Es una tradición muy interesante, y un acto ritual: contar una historia verbalmente requiere una administración del sentido del tiempo, una disposición respecto a éste que en la vida moderna no solemos tener. Por contra, el hecho de escuchar una historia te devuelve a otra época.

-¿Le gusta la vida moderna?
-En algunas cosas, en otras no. Pero no conozco otra.

-Siempre hay quien dice: «Me hubiera gustado vivir en el siglo XI, o en el XVII...»
-A mí no. Prefiero pagar el IVA que vivir en el XVII sin hacerlo. Soy realista. Protestamos mucho. No voy a hacer ahora un discurso conservador..., pero casi. Hemos asimilado muy rápido que somos sujetos con derechos, pero no tenemos una conciencia muy clara de que una democracia, un Estado, también implica obligaciones y hay que pagar. Ese concepto no está metido en la cabeza de los pueblos latinos de una manera clara. El Estado son los demás. Pero eso tiene otra contraparte: las cargas están mal repartidas. Al trabajador que se escaquea y pide cosas sin sentido luego lo pones en la situación de empresario y es justo el cutre, el que paga un sueldo precario, el que evade los impuestos... Da igual donde milites.

-Como trabajador, ¿se queja poco?
-Protesto mucho, pero con los años uno va aprendiendo. Antes, por ejemplo, el tema de la Prensa lo llevaba fatal. He tenido que aceptar que forma forma parte de mi trabajo tanto como salir al escenario.

-Y ahora está haciendo esta entrevista con unas ganas...
-¡Locas! Lo que pasa es que, cuando íbamos todos a caché, la rueda de prensa te importaba un bledo. Cuando vas a taquilla, con el IVA del 21%, que son trece puntos de golpe, la rueda de prensa te importa muchísimo. Atiendes al de Radio Macuto como si fuera del «New York Times».

-Ha hecho San Francisco, El Quijote, Ulises...
-Son grandes, nobles, tienen un brillo, un aura especial. También hay malos muy interesantes, pero éstos son grandes textos, personajes que encierran una profundidad, una filosofía de la vida. Haciéndolos te enriqueces.

-A vista de las mujeres de Shakespeare, ¿qué tal salimos parados los hombres?
-Ellas son muchísimo más inteligentes, brillantes... Cuando Shakespeare, que era un genio, las pintó así, por algo sería.

-¿Hay un Rafael Álvarez y un Brujo?
-El Brujo es una función de Rafael Álvarez, como la función de Pi. Pero no existe: no es una entidad localizable ni asequible. Aparece cuando hay un periodista profesional y hablamos de teatro para una entrevista, cuando hay un público y empieza la función, cuando estás ensayando....

-Pero no son muy diferentes.
-No, yo no tengo una personalidad aparte de mí, porque no soy tan famoso como Cristiano Ronaldo o Madonna.

-Pero es popular: va por los pueblos de España y la gente sabe quién es.
-Pero es que llevo treinta años como cabecera de mi propio cartel y he hecho televisión cuando había dos cadenas. En mi época, hacías un capítulo de «Juncal» o de «Brigada central» y lo veían dieciocho millones de espectadores.

-¿No le dicen por ahí «¡Brujo, para presidente!»?
-No, yo no valgo ni para presidente de la comunidad de vecinos. Como político sería un desastre. Y no tengo vocación.

-Pero entiende de picaresca...
-Sí, pero, honradamente, yo no me creo la política. No me parece una profesión muy seria, lo digo sin ánimo de molestar a los políticos. Pero no dicen cosas: tienen la habilidad de repetir como papagayos planteamientos articulados, programáticos, eslóganes muy bien organizados. No escuchan al adversario nunca, su principal virtud es hablar muy rápido... Y después, como ciudadano, no tengo criterio: si voy de buena voluntad, todos me convencen.