Teruel
Javier Sierra: «La educación nos ha robado la espiritualidad»
Javier SierraProfesión: escritor.Nació: en 1971, en Teruel.Por qué está aquí: acaba de publicar su nueva novela, «El ángel perdido» (Planeta), un thriller que ha salido a la venta con 200.000 ejemplares.
–En «El ángel perdido» descubrimos que es posible comunicarse con los ángeles...
–La novela obedece a la obsesión secular que tiene el ser humano por comunicarse con el más allá y aclarar sus dudas. Lo hace con el único elemento que se consideraba eterno en el mundo antiguo, las piedras. Si eran del cielo, meteoros, tenían más valor.
–Después de una trama con intrigas, secuestros, códigos y mensajes encriptados, descubrimos que el Camino de Santiago es en realidad... de Noé.
–Por debajo del Camino de Santiago hay vías de peregrinación precristianas antiquísimas. Hay una celta, otra romana que va al fin del mundo y una de Noé, que es el hallazgo más sorprendente, marcada por topónimos, como Noeilles, Noja o Noia.
–¿Merecemos otro diluvio?
–Nos lo merezcamos o no, lo vamos a tener. En la novela especulo con eso: que el siguiente «diluvio», o sea, la siguiente catástrofe, pueda ser algún tipo de tormenta solar que nos deje sin satélites artificiales.
–¿Se habla más del sexo de los ángeles en su novela o en el Senado?
–En el Senado, sin lugar a dudas.
–¿Pactaría con el Diablo para escribir como los ángeles?
–No, pero igual sí pactaría con los ángeles para escribir diabólicamente bien.
–¿De dónde le viene su obsesión por lo oculto?
–De mis clases de Historia: no me creía lo que me contaban de pequeño. Sin tener una cultura ocultista es imposible comprender la historia. Además de la economía y el sexo, las creencias profundas mueven al mundo.
–Descubrimos que ciertas teorías nos ayudan a conocer nuestras raíces cristianas...
–Me apoyo en mi novela en textos esenciales, como la Biblia, la epopeya sumeria de Gilgamesh o el libro de Enoc, un apócrifo muy peculiar.
–¿Hablar de los ángeles es algo arriesgado?
–En un mundo tan materialista, recuperar figuras aparentemente fantásticas como los ángeles nos abre una puerta a la esperanza: existe un más allá. Y hay posibilidades de comunicarse con Dios.
–¿Por qué nos interesan los misterios de la tradición cristiana?
–La educación y la sociedad, tal y como se han configurado desde hace 20 o 25 años, nos han robado la espiritualidad. La religión ha pasado a un segundo plano y lo trascendente, de dónde venimos y a dónde vamos, parece que no tiene sentido. Al robarnos esto, hay una carencia: el ser humano, además de material, es un ser espiritual. Estas novelas vienen a satisfacer esa hambre.
–Para escribirlas, ¿hace falta ser espiritual?
–Claro, y hace falta fijarse en las cosas que para los demás a primera vista a lo mejor no tienen sentido. A mí me preocupa tener valores espirituales y morales, evidentemente. Es algo que ha quedado denostado y hay que recuperarlo.
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