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Qué celebramos

La Razón
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Mañana, 12 de octubre, vuelve a ser la fecha señalada en el calendario como Fiesta Nacional y por lo tanto se van a celebrar de nuevo las citas protocolarias que ya se han establecido desde hace años: el desfile militar en el centro de Madrid y la recepción oficial que ofrecen los Reyes en el Palacio Real. Dos citas ya consolidadas pero que no deben ocultar en ningún caso una pregunta que los ciudadanos no saben responder en la calle: ¿qué celebramos el 12 de octubre?
Para empezar, la celebración es ambigua. Algunos hablan de Fiesta Nacional, los más mencionan el Día de la Hispanidad. Pero la mayoría no siente la más mínima atracción por el motivo de la fiesta. Los españoles seguimos teniendo pudor por celebrar la Fiesta Nacional, después de más de 30 años de democracia sigue en la calle el miedo ridículo de que hablar de España, de su bandera y de sus fiestas pueda ser calificado despectivamente. Y ciertamente es una pena.
No hay que mirar más que a nuestro entorno europeo. En Francia, por ejemplo, el 14 de julio es una cita de orgullo nacional sin vergüenzas ni mezquindades. Pues bien, aquí en España deberíamos seguir también ese mismo camino. El 12 de octubre se tendría que convertir en una gran Fiesta Nacional, de todos los españoles, sin nacionalismos baratos y sin pudores de otra época. Tiene que ser una fiesta de todos.
Estos últimos años, hemos estado entretenidos siempre por cuestiones políticas el día 12 de octubre. Por silbidos, por saludos a banderas, por ausencias y por presencias. Ahora que estamos en puertas de una nueva legislatura, estaría bien plantearse entre todos conseguir que una cita de estas características arraigue de verdad entre los españoles. No puede ser una fiesta laboral sin más. Se tiene que convertir en la fiesta de todos los españoles; sin colores, sin enfrentamientos autonómicos y sin ideologías. Y es desde luego un reto más pedagógico que político: explicar y recordar qué celebramos en la Fiesta Nacional sin ninguna vergüenza.
En este sentido, hay que reconocer que nuestros deportistas han hecho mucho en estos años. Los mundiales y europeos ganados por España en fútbol y en baloncesto y los triunfos de Fernando Alonso o de Rafa Nadal en medio mundo, por ejemplo, han facilitado muchas manifestaciones públicas de amor a unos colores y a una nación. En esos momentos, millones de ciudadanos han dado una gran lección, demostrando que por encima de diferencias políticas o geográficas no tienen ningún problema en salir a la calle envueltos en una bandera de España. Ha sido además una lección generacional; muchos de esos millones de españoles que han celebrado en las calles de Barcelona, Madrid, Bilbao o Sevilla los éxitos deportivos eran personas jóvenes que no quieren entrar en trifulcas estériles de viejos nacionalismos. Son españoles y quieren demostrarlo. Por ello, lo dicho, el 12 de octubre se tiene que convertir en la verdadera Fiesta Nacional. Sin ataduras del pasado.