Cataluña
El aprendizaje del centro
Como siempre que gana las elecciones el Partido Popular, ha empezado a correr la idea de que en realidad no ha sido así: no es el PP quien las ha ganado sino el PSOE quien las ha perdido… Eso permite augurar una estancia breve de los populares en el poder, y de paso enrarecer el ambiente. Que el mapa electoral español aparezca teñido de los colores populares, que el PP obtenga la mayoría absoluta por 11 diputados más de los necesarios y que la diferencia entre el PP y el PSOE sea de 76 diputados importa poco. Lo que importa es reforzar el relato mítico según el cual el PSOE da voz a la España auténtica, que sólo se siente reflejada en un régimen de izquierdas, como debería ser la democracia española.
La nueva base de este relato es el hecho de que el PSOE, en las últimas elecciones, «sólo» ha perdido 4,3 millones de votos mientras que el PP «sólo» aumenta su respaldo en 0,56 millones. El PP, que tenía 10.169.973 de votantes en 2008, ha conseguido en estas elecciones 10.830.693, mientras que el PSOE, con 11.064.524 de votantes en 2008, se desploma hasta los 6.973.880 votantes.
La volatilidad del voto de izquierda ha dado pie a un modelo según el cual las elecciones se pierden o se ganan en España no en función del centro político, es decir de unos votantes que escogerían entre el centro derecha y el centro izquierda, sino según la deslealtad del voto de izquierdas. Ahora bien, por lo mismo, tal vez se podría decir que una de las claves de las elecciones es, desde 1989, la firmeza del respaldo al Partido Popular. ¿Qué es más importante, la volatilidad del votante socialista o la lealtad del votante popular? El voto popular dice mucho acerca de lo conseguido desde hace veinte años: un partido de centro, de amplio espectro ideológico y una extraordinaria solidez, implantado en todas las franjas sociales y de edad, así como en toda España, sin excluir Cataluña, donde se convierte en la clave para gobernar el principado. Casi once millones de españoles se sienten reflejados en la opción de centro reformista del PP. Sólo esto desmiente el relato mítico del socialismo español.
También es importante considerar a dónde han ido los votos perdidos del PSOE. Los de Izquierda Unida son obvios, y más fáciles de interpretar de lo que parece resultan los blancos y los nulos: los guiños al señoritismo radical de los indignados no sirven para gobernar España. Por otro lado, los que han ido a UPyD (2,9 por ciento) y los que se ha llevado el PP (5,7 por ciento) indican que el PSOE pierde, y de forma considerable, por el centro. Los votantes del PSOE van aprendiendo lo que quiere decir el centro político, mientras sus dirigentes, alucinados con sus antiguos mitos, se empeñan en seguir perdiendo respaldo por ambos lados.
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