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Seis años de inhabilitación para el político que gaste sin presupuesto

El Consejo de Ministros aprueba hoy la Ley de Transparencia y Buen Gobierno. Su vulneración dará lugar a sanciones administrativas n El castigo será graduable hacia abajo según el alcance del delito 

Seis años de inhabilitación para el político que gaste sin presupuesto
Seis años de inhabilitación para el político que gaste sin presupuestolarazon

MADRID-El Consejo de Ministros dará hoy luz verde al proyecto legislativo que promete terminar con el secreto y la opacidad de las Administraciones Públicas y que incluirá un nuevo delito para poner cerco al mal gestor, de tal manera que a partir de ahora «no se vaya de rositas aquel que deja la hacienda vacía», según explican fuentes del Gobierno. La redacción definitiva del anteproyecto de Ley del Buen Gobierno y de la Transparencia se conocerá esta mañana, si bien ayer se trabajaba con la idea de penalizar hasta con seis años de inhabilitación a aquel cargo público que ordene pagos o reconozca obligaciones sin crédito autorizado –nada que ver con la deuda o con el déficit–. La malversación de fondos públicos ya es delito, pero el Gobierno quiere que también reciba un castigo el ministro, presidente autonómico, consejero, concejal o alcalde, por poner un ejemplo, que contraiga gastos sin haberlos presupuestado antes y que acumule facturas en el cajón sin tener dinero para pagarlas.

La herencia está ahí: el Gobierno acaba de activar un crédito extraordinario de 35.000 millones de euros, en un préstamo sindicaDo con la banca, para que las comunidades y los ayuntamientos afloren las facturas impagadas que acumulan desde hace años; algunas son del inicio de la crisis. Esta situación ha llevado al cierre de sus empresas a miles de autónomos y pymes. Y pese al coste económico de esa mala gestión, falta ponerle rostro a los responsables directos de una política de gasto a manos rotas o simplemente dirigida electoralmente a dar contento a sus ciudadanos midiendo sólo la rentabilidad política inmediata.

El proyecto estrella de la Vicepresidencia para este periodo de sesiones aspira –dicen en Moncloa– a acercar a España a algunos de los países de nuestro entorno con una política de apertura institucional más ejemplar. La promesa es que se acabó la burocracia, la opacidad y el silencio administrativo que ha servido para encubrir las prácticas políticas vergonzantes que hoy están bajo juicio en los tribunales y ante la opinión pública. Es decir, que esta transparencia debería terminar, eso dice la teoría, con los contratos irregulares y sin fiscalización, con las subvenciones sin control y con la financiación de informes y trabajos que nunca se realizan.

Como adelantó el pasado miércoles este periódico, la norma acabará con el velo que todavía hoy sigue acompañando a algunos gastos corrientes administrativos. Traducido de la teoría a la práctica supone que, si hay petición formal, Moncloa o el departamento afectado estarán obligados a dar información detallada sobre el coste de viajes del presidente o de un ministro; de sus delegaciones; del gasto en cuestiones de protocolo... También serán públicos todos los contratos, las subvenciones o los convenios, así como el estado de cada proyecto legislativo.

La Ley de Transparencia regulará la publicidad activa de la Administración y también el derecho de los ciudadanos a acceder a la información elaborada por las administraciones en el ejercicio de sus funciones públicas. Y afectará a todos, al Estado, por supuesto, pero también a las comunidades autónomas y a las entidades locales. Y a la actividad sujeta al derecho administrativo de los demás poderes del Estado, del Legislativo y del Judicial.

Los ciudadanos podrán hacer aportaciones al texto que se someterá a una audiencia a través de las webs institucionales del Gobierno. Además, en el ámbito de la Administración General del Estado se creará un portal de la transparencia que servirá para difundir la información y dar respuesta a las solicitudes recibidas. Falta saber qué le ocurrirá a quien incumpla este código de buenas prácticas.

El Gobierno sostiene que el objetivo es introducir un nuevo derecho en el ordenamiento jurídico, el que tiene el ciudadano a recibir cualquier información de interés público, con los únicos límites de la privacidad de los datos personales que afecten a terceras personas privadas o a la seguridad pública. Una promesa de regeneración que viene de lejos y con la que el Gobierno de Rajoy contesta a las malas praxis en la gestión pública que han degenerado en corrupción o en un despilfarro que hipoteca a las generaciones futuras.

 

Una web para el derecho a saber
La web «tuderechoasaber.es» permite desde ayer a los ciudadanos solicitar información a cualquier institución pública y medir en el futuro el cumplimiento de las obligaciones que recogerá la Ley de Transparencia. Esta web enviará las solicitudes de sus usuarios a la Administración adecuada para cada gestión y avisará al solicitante cuando se produzca una respuesta y se publique.