Afganistán

OPINIÓN: Afganistán

La Razón
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¿En serio alguien cree que porque nos retiremos de Afganistán habrá allí menos víctimas e injusticias? Lo único que sucederá es que habrá lo mismo, pero no nos enteraremos. La gente –los seres humanos medios, ni ricos, ni pobres, medianamente sensatos y comunes– lo que queremos es tranquilidad y autojustificación. Es triste pero es así. Y enormemente humano.

Somos criaturas desinformadas por vocación. Queremos ser crédulos con todo aquello que nos reconforta sin tener que pararnos a pensar si será verdadero. Por eso el buenismo, bajo cualquiera de sus formas, será siempre muy popular. Porque a los humanos, en contra de lo que aseguramos, no nos preocupa mucho la verdad, salvo que veamos claramente que están intentando escamoteárnosla para tomarnos el pelo, como pasó con el asunto de las armas de destrucción masiva. Pero entonces la queja, aunque la disfracemos, obedece al amor propio y no al amor por la verdad.

La verdad en sí nos importa bien poco, porque si no estaríamos pidiendo cifras y datos sobre lo que va a pasar en esos países cuando se marchen las tropas. Pero no es la verdad lo que queremos. Lo que queremos es poder ahorrarnos dinero y vidas y, encima, seguir sintiéndonos buenos. Mal que nos pese, es innegable que muchos demócratas sensatos y honestos perecerán y serán torturados por esas teocracias totalitarias los próximos años. Pensemos si queremos a los soldados fuera realmente para salvar vidas o sólo para sentirnos buenos.

Porque muchas de las razones que aducen los partidarios de la retirada me recuerdan a aquellas que esgrimían los que no querían ver a las víctimas de ETA en los periódicos de la mañana cuando desayunaban. Pero no porque se preocuparan por las víctimas, sino porque se preocupaban de que no les fastidiaran el propio desayuno.