Barcelona

La duquesa de Alba acude al Real tras su luna de miel turca por Jesús Mariñas

Noche de estreno y expectación de las que no prodiga el Teatro Real, donde la afición está recién llegada y se nota a la hora de aplaudir a destiempo.

La duquesa de Alba acude al Real tras su luna de miel turca por Jesús Mariñas
La duquesa de Alba acude al Real tras su luna de miel turca por Jesús Mariñaslarazon

Otra cosa es el programa, más interesante que tradicional, como este «Cyrano» recuperado del olvido por Plácido Domingo, quien necesitó adecuar un repertorio a tono con la edad, que no perdona. En eso siempre resulta ejemplar Montserrat Caballé al evitar confrontarse con ella misma repitiendo óperas ya inalcanzables. Fue una tarde excepcional en la que la Duquesa de Alba reapareció tras su luna de miel turca, donde acaso fueron asesorados por Vito Monturioli, quien sigue importando «celebrities» a Estambul. Conoce los lugares más secretos que no figuran en las guías y Alfonso Díez les recordó la pasión turca de Byron con su pelo, ya casi melena, en plan viajero romántico por el Bósforo. Cayetana Fitz-James lució en el Real una chaquetilla rojo Tiziano en terciopelo que le arrancó sudores. Es una melómana tan fiel como los Ruiz -Gallardón. El estreno hizo salir de casa a Mar Utrera. Superada la enfermedad, se ha acostumbrado al pelo juvenil corto, que lució con un favorecedor conjunto marfil. Rodrigo Rato optó por escabullirse y fue seguido por Gabilondo y la incomparable Lola, mientras la duquesita de Montoro, siempre con vaivenes de carácter, llegó con un pantalón de esmoquin con una rasada cinta lateral y una fresca camisa blanca sin mangas. Ana Botella prefirió un lino azul muy refrescante porque la cita fue tórrida y casi asfixiante.

Coleaba Gaudí Novias en Barcelona, una cita con la moda que superó en impacto a la celebrada simultáneamente en Madrid con menos tirón. Los barceloneses tienen antigüedad en el tema textil y se nota al hacer un balance que censuraba la indumentaria informal de Guti en la cena de Rosa Clará. Rosario hizo bailar a los 800 invitados, incluso a los japoneses y a Leo Solanes, aún dolida por su ruptura con la baronesa Thyssen, quien había sido una hermana para ella. Tita es inflexible con quienes apoyan a Borja. No se entiende en una madre entregada como ella y menos aún con la que amadrinó a su retoño junto a Luis Gómez-Acebo, duque de Estrada y gestionador de los fastuosos cuadros que vinieron a España. Leo presumía de hijo. Él sigue la trayectoria paterna de gran fotógrafo. Ya en la fiesta, Dareck parecía de todo menos contento con Susana Uribarri. No se les ve con ganas de boda. Contrastó con la luz y las ilusiones de Sonsoles Suárez, ya en vísperas tras doce años como novia de Wilson. Ha sido una carrera de obstáculos soportada con entrega y cariño. Vivirán entre Madrid y África como cooperantes. Elena Furiase y su cubano no tienen prisa por darse el «sí, quiero» que los enamore más de lo que están. Salta a la vista.