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El circuito no estaba preparado para acoger una carrera

La Fórmula-1 estuvo a punto de vivir ayer uno de los episodios más bochornosos de su historia.

La Razón
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El Gran Premio de Corea entró «con calzador» en el calendario 2010 y desde el mes de mayo los responsables de este deporte eran conscientes de las dificultades que atravesaban las obras del nuevo circuito. Terminaron a prisa y corriendo y ayer la lluvia puso de manifiesto todas sus carencias. El director de Carrera, Charlie Whiting, aprobó las obras semanas atrás y sólo él sabía que si llovía se enfrentaba a todo un dilema. Ayer retrasó la hora de la salida debido al mal estado del asfalto. Las prisas impidieron que el proceso del asfaltado cumpliera sus plazos y, con la lluvia no drenaba. En cualquier pista del mundo no habría problema con la intensidad de la lluvia, pero en Corea representaba todo un peligro, sobre todo porque había charcos. Whiting tiene que velar por la seguridad, pero tiene también la presión del espectáculo y los millonarios contratos televisivos. Intentó secar la pista con los monoplazas rodando detrás del coche de seguridad durante 20 vueltas en dos tandas. Sin embargo, la pista estaba como un trapo húmedo, que cuando lo arrugas sale el agua. Sólo la suerte y la ausencia de lluvia en el momento de dar la salida definitiva salvó el estreno de Corea en la Fórmula-1. Whiting actuó bien y miró por la seguridad tal y como se presentó la situación. Eso sí, partiendo de la base de que el circuito no estaba en condiciones para acoger una carrera esta temporada.