Novela
«Los hombres de Gadafi van a venir a por mí a cortarme las manos»
Los supervivientes siguen aterrorizados en los hospitales. Los familiares, desesperados, esperan encontrar con vida a cientos de desaparecidos
BENGASI- A Zuriya Mustafa, de 23 años, se le quebró la mente como un frágil cristal. La madrugada del 22 de febrero las tropas gadafistas bombardearon con artillería pesada, ametralladoras y tanques la localidad de Ben Yawad, que había sido recuperada por los rebeldes 24 horas antes.
Las fuertes explosiones la despertaron de golpe. Se quedó inmóvil, muy asustada, sin reaccionar. En el piso de abajo, unas voces desconocidas amenazaban con matar a su hermano si no les decía donde estaban escondidos los rebeldes. Entonces, Zuriya, presa del pánico, echó a correr sin rumbo en la oscuridad, persiguiendo una voz que la llamaba. La encontraron arrinconada y tiritando de frío en un callejón. Desde aquella noche, nada ha vuelto a ser igual para la joven, ingresada en el centro psiquiátrico Nafsiya Hawary de Bengasi. Zuriya tiene la mirada perdida, intenta hablar pero se le atropellan las palabras y sólo dice nombres de familiares que están en Ben Yawad.
En otra habitación se encuentra Fatima Abdelsalam, de 38 años, que dice que Gadafi va a venir a por ella y le va a cortar las manos. Esta mujer fue sorprendida por disparos en medio de la calle cuando mercenarios africanos y francotiradores asediaron la ciudad de Ajdabiya hace dos semanas. «Disparaban desde el tejado de las viviendas. Yo había salido a comprar con unos primos. Soy viuda y vivo en casa de mis tíos. Tuvimos mucha suerte, porque nadie salió herido», explica.
En la entrada del Hospital General de Hawary, sobre un panel cuelgan las fotografías de 17 desaparecidos, todos varones de edades comprendidas entre 16 y 35 años. Bajo cada una de ellas, hay escritos varios teléfonos móviles de los familiares, con la esperanza de poder encontrarlos. En este centro hospitalario están ingresados Ali Muhamad Sanusi, de 25 años y su hermano Hani, de 21, heridos el 14 de marzo en Ajdabiya, cuando un misil «grad» impactó en su vivienda. Ali tiene una pierna amputada y Hani, un brazo. Los otros siete miembros de su familia murieron por la explosión, que derribó el techo de la casa.
En la fachada del edificio del Tribunal Superior de Justicia, en la plaza Al Mahkama, abundan los retratos de mártires y desaparecidos. Suad Gasani se acerca a la fotografía de su sobrino, Faisal Muhamand Hasim, cuyo rastro se perdió el 11 de marzo en Ras Lanuf. Su nombre figura en la lista de 400 desaparecidos en Bengasi y algunos pueblos de la región que ha confeccionado Human Rights Watch. Muchos de ellos fueron capturados por los hombres de Gadafi y se cree que han sido llevados a prisiones de Sirte o Trípoli.
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