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España explica a Rabat que la presencia de la Guardia Civil en Chafarinas es «temporal»

El ministro de Exteriores marroquí convoca al embajador español para protestar por el despliegue

La Razón
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El primer roce entre España y Marruecos tras la toma de posesión de Mariano Rajoy ha tenido lugar esta semana, cuando se cumplen diez años de la toma de Perejil. Esta vez ha sido a cuenta de otro islote, el de Chafarinas, donde Interior ha trasladado una dotación de la Guardia Civil para combatir el narcotráfico y la inmigración ilegal que está asfixiando a Melilla. El anuncio del refuerzo de vigilancia lo hizo el ministro del Interior, Jorge Fernández, durante la visita que realizó el lunes a la ciudad autónoma. Fernández dijo que la misión para combatir la presión migratoria iba a ser «permanente», aunque luego se ha rebajado a «temporal». El lugar y el momento elegido para anunciar el despliegue en Chafarinas, española desde 1848 y situada a 50 kilómetros al este de Melilla, no ha sentado nada bien en Rabat. Tampoco parece una coincidencia (con Marruecos casi nunca lo es) el día que citaron al embajador español, el mismo en que se cumplía una década desde que un grupo de gendarmes tomó la isla de Perejil antes de ser de-salojado por el Ejército español.
 
Según fuentes diplomáticas, el jefe de la legación española, Alberto Navarro, acudió el miércoles a una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores, el islamista Saaed el Othmani, que no fue calificada de «convocatoria» sino de «entrevista» como las que se realizan de forma «habitual». Sea como fuere, Navarro «explicó» al jefe de la Diplomacia alauí que la presencia de la Benemérita será «temporal», de unos tres meses, y que obedece a circunstancias específicas. Las mismas fuentes aseguraron a LA RAZÓN que Othmani entendió «a la perfección» los argumentos del embajador y que el episodio «no puede considerarse en ningún caso un conflicto» porque todo transcurrió con un tono «muy cordial». Lo cierto es que tras la dura oposición del Partido Popular a la política exterior del Gobierno de Rodríguez Zapatero con Marruecos, que calificaba de demasiado permisiva, la llegada de Rajoy a La Moncloa arrancó con buen pie en las relaciones con en Reino alauí. El cambio de mando político que se produjo casi en paralelo en Marruecos tras la celebración de elecciones legislativas y la reforma de la Constitución allanó el camino. Siguiendo la tradición, la primera visita de Rajoy fuera de Europa tuvo lugar a Rabat, donde se reunió con la cúpula del nuevo Gobierno islamista y con el monarca alauí. Ambos decidieron reanudar en Rabat el próximo doce de septiembre las reuniones de alto nivel interrumpidas en 2008.