Juan María de Peñaranda: «Todos los secretos se acaban conociendo»

–«Desde el corazón del CESID». ¿Los servicios de inteligencia tienen corazón?
–Creo que sí; pero quizá sólo lo vean los que están dentro

–Cuenta el papel de los servicios secretos desde la muerte de Franco al 23-F. ¿Cuál fue el peor momento?
–Cuando ETA mató al general Ortín, gobernador militar de Madrid. Los asesinatos de generales calentaban mucho los cuarteles.

–Usted era jefe del Sector Político, encargado de los contactos con los políticos que aspiraban al poder. ¿Con quién se vio más veces en secreto?
–Nunca me veía en secreto con nadie, yo era el comandante Peñaranda y nunca iba disfrazado de lagarterana.

–O sea, que contactó con Felipe González como militar del CESID...
–Claro. Y las conversaciones con él fueron formidables. Le gustaba hablar. Alfonso Guerra era otra cosa: sólo intervenía para cortarle o puntualizar.

–¿Le hubiera gustado quedarse a modo de trofeo con la peluca de Carrillo?
–No. No le conocí nunca. Yo sólo llegaba hasta el PSOE.

–¿Era espía o no era espía?
–No era espía, en La Casa no todos son espías. Yo era un informador. Me pasaba el día desayunando, comiendo y cenando con políticos.

–¿Y para qué sirvió todo eso?
–Para que el poder entendiera mejor a los políticos que venían.

–¿Los servicios secretos estaban por la Transición o...?
–Estaban por la apertura del régimen.

–¿La Casa estuvo alguna vez hipotecada?
–Por la política, nunca. Andrés Cassinello le dijo a Suárez: «Me puedes pedir lo que quieras como presidente del Gobierno, pero no como presidente de UCD».

–¿Qué le gustaría investigar ahora?
–Lo que de verdad está pasando en el País Vasco.

–¿Los secretos siempre acaban saliendo a la luz?
–Yo creo que todos se acaban conociendo, pero del 23-F, por ejemplo, hay un 5 por ciento que nunca se sabrá.

–«En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro» (Azaña).