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La mejor energía

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Acaban de aparecer dos informes sobre la tendencia global de las renovables. El del Pnuma de Naciones Unidas y el informe REN 21 sobre la inversión mundial en renovables. Las conclusiones son claras: la inversión global en renovables durante 2011 ascendió a 205.000 millones de euros con un incremento del 17 por ciento respeto al año anterior. Desde 2007, año en el que empezó la crisis, la inversión renovable ha crecido un 94 por ciento y la mitad de ese aumento ha tenido lugar en los dos últimos años. Las renovables han cubierto el 16,7 por ciento del consumo final y representado la mitad de toda la nueva potencia instalada en el mundo. Más de 200 millones de hogares disponen de solar térmica para agua caliente.
El rápido crecimiento mundial de la demanda de renovables ha repercutido en una bajada significativa de sus costes. Lo módulos fotovoltaicos han bajado sus precios un 50 por ciento y las turbinas eólicas un 10. La eólica y la solar compiten a nivel global con las tecnologías convencionales como el gas y el carbón. La tecnología que más ha crecido en 2011 ha sido la fotovoltaica, cuyas inversiones aumentaron un 52 por ciento. Las renovables dan trabajo a 5 millones de personas en el mundo y su potencial de empleo es el principal motor de las futuras inversiones.
Si comparamos este escenario global con España, donde la inversión renovable se ha paralizado hasta nueva orden con el RDL 1/2012 y donde los ataques contra las renovables ya resultan cansinos, sólo se puede pensar que predomina una política surrealista donde se hace de la ignorancia valor y del engaño mérito. El ejemplo de la fotovoltaica, proscrita en España cuando está llamada a ser la primera tecnología energética del mundo, es el síntoma de nuestra paradoja energética: rechazamos la única fuente energética de la que podemos disponer ilimitadamente a coste cero en la misma puerta de nuestras casas para importar del exterior y de países inestables la energía más cara, sucia y agotable del planeta.
El FMI acaba de pedir a España que se concentre en mejorar la competitividad de la economía. Las renovables son la tecnología energética que contiene todos los elementos para ello: tecnología e industria nacional, eficiencia e innovación y, sobre todo, potencial de creación de nuevos empleos. Pero un rancio corporativismo político y empresarial se ha unido para hacerlo todo al revés y luchar contra el futuro.