Asturias
«Es un animal no se puede definir lo que ha hecho»
El municipio ovetense de Degaña se vio sobresaltado en la madrugada de ayer por uno de los crímenes más terribles de los últimos tiempos en la región. El resultado: tres muertos, dos personas heridas y dos niños atemorizados. Ninguna de las víctimas esperaba un desenlace así.
Silvia Brugos vivía con sus hijos en casa de sus padres desde que se separó hace dos años. En ese tiempo, había rehecho su vida con otro hombre. Parecía que había enderezado el rumbo después del trauma que supone un divorcio con hijos menores de por medio. Ayer era una fecha muy especial para ella. Se presentaba en las listas del PSOE como número tres del partido para su localidad. El día no podía ir mejor. Los vecinos le habían dado su respaldo y sería concejala. A media tarde, José Manuel Álvarez Fernández, su ex marido, se acercó a casa a llevarle a los niños para que pudiera celebrar con ellos el triunfo. Silvia pasó el día en familia, salió a celebrar la victoria y se fue a la cama con la cabeza llena de planes para su municipio durante los próximos cuatro años, informa Efe.
Sin embargo, todo se vino abajo en cuestión de minutos. Los que tardó su ex pareja en irrumpir en la casa de sus padres, acabar con la mitad de su familia y dejar una herida abierta en el alma del resto. Álvarez Fernández, vecino de la localidad leonesa de Villablino, de 42 años y minero de profesión, se mostró como un asesino frío, calculador y despiadado. Pasadas las cinco de la mañana, 05:45 horas, se acercó hasta el domicilio de sus suegros. Todos estaban durmiendo, su ex mujer fue la última en acostarse después de la fiesta electoral.
Armado y preparado
El agresor no podía soportar que su ex mujer hubiera rehecho su vida. Conocía perfectamente el domicilio. Lo había visitado cuando todavía estaba casado con Silvia. Eso le facilitó las cosas. Tenía claro cuál era su objetivo y se aprovisionó de las armas necesarias para consumarlo: un mazo para abrirse paso y un hacha para las ejecuciones. Sabía perfectamente dónde iba a estar cada uno. Así, comenzó a golpear la puerta con el mazo hasta derribarla. Al oír los ruidos, los tres hombres de la casa, el padre, el hermano y la pareja de Silvia, bajaron de inmediato a la planta baja para ver qué sucedía. En la puerta estaba su verdugo, con un hacha de grandes dimensiones en la mano. Acabó con la vida de los tres: Jorge Marqués Vado, de 36 años y actual pareja de su ex mujer; el padre de ésta, Manuel Ángel Brugos Álvarez, de 61 años, y su hermano, Roberto Brugos Rodríguez, de 33 años.
Uno a uno se encararoncon él, se resistieron, forcejearon, le hicieron algunas lesiones superficiales, pero no pudieron frenar la ira de un homicida, que no iba a parar hasta acabar con toda la familia. Después, subió a la primera planta y atacó a su mujer asestándole una puñalada en el pecho. No se ensaño con ella, las voces de sus hijos debieron ponerle nervioso. «Papá, ¿qué estas haciendo?», gritaron los niños, de seis y once años, que no vieron cómo cometía los crímenes pero escucharon los gritos de sus familiares y vivieron en sus carnes las consecuencias del ataque mortal.
Huida accidentada
Faltaba la madre de su ex mujer, a la que también atacó. En ese intervalo, Silvia fue capaz de alcanzar un teléfono y avisar a la Guardia Civil. El agresor salió corriendo y en su huida se cruzó con un coche patrulla que llegaba a la vivienda, con el que colisionó antes de poner rumbo a León. Los agentes entraron en la vivienda, asistieron a los heridos y dieron aviso. El hermano de Silvia estaba con vida, pero no pudieron hacer nada por salvarlo. Silvia fue trasladada al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) donde fue atendida por varias heridas punzantes en el pecho, aunque, en principio, ninguna de ellas reviste gravedad. Su madre, Isabel Rodríguez García, también fue atendida de las heridas de arma blanca en el hospital de Cangas del Narcea.
Sobre las 08:00 horas de la mañana, una patrulla localizó el vehículo del homicida a unos 50 kilómetros, en la localidad de Matarrosa del Sil, donde se procedió a su detención. Aunque se desconocen las causas, la Guardia Civil da por seguro que se trata de un caso de violencia machista pese a que no había antecedentes policiales ni denuncias entre ellos. El suceso conmocionó a los 1.200 habitantes de la localidad asturiana, que no daban crédito a lo sucedido. La mayoría de los vecinos decía ayer que no conocían bien al agresor, que «sólo ha venido por aquí un par de veces». «Le conocíamos poco, pero era un hombre problemático. Ha tenido muchos encontronazos con sus compañeros en la mina, dicen que era bastante violento y que tenía problemas con las drogas. Es un animal, no hay palabras. No se puede definir lo que ha hecho», relata otro vecino.
El municipio asturiano reclama justicia
La conmoción y la solidaridad de los vecinos de Degaña se sucedieron durante todo el día de ayer en torno a las escenas de tristeza y dolor protagonizadas por los habitantes de este pueblo, muchos de ellos familiares de los asesinados. El alcalde de Degaña, Jaime Gareth, condenó el suceso y decretó tres días de luto oficial. «Era una gran familia», subrayó Gareth, cuya opinión comparten los vecinos, que definían los hechos como un «acto salvaje» o como «algo inhumano». Algunos insistieron en el «mal carácter» del agresor, mientras que otros lo tildaban de «inadaptado». En lo que todos coincidieron fue en reclamar justicia.
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