Estados Unidos
«El comepetróleo»: un robot que funciona con energía solar y engulle el crudo vertido en los mares
Los Seaswarm, diseñados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, operan de forma autónoma. Son capaces de limpiar los vertidos durante semanas gracias a la capa de células fotovoltaicas y a su cinturón de nanofibras
Cada día se vierten unas 55.000 toneladas de aguas oleosas y restos de hidrocarburos. Y eso sólo en los mares europeos, según Oceana. Ante estos vertidos, muchos de ellos «silenciosos», la prevención es el mejor aliado. Pero, desgraciadamente, los accidentes, por mucho que se traten de minimizar, continuarán.
Con el fin de poner freno a esta marea negra, un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos, ha diseñado unos robots para limpiar los océanos de petróleo. «El proyecto Seaswarm nació con el fin de limpiar los mares de plásticos y otros residuos. Pero tras el derrame de petróleo de 2010 en el Golfo de México, e inspirados por un tejido de Franscesco Stellacci, del MIT, capaz de absorber aceite, decidimos crear robots para hacer frente a los vertidos de petróleo. Con la idea además de usar estas máquinas para mantener a los seres humanos fuera del ambiente tóxico y peligroso de un derrame», explica a A Tu Salud Verde Adam Pruden, líder del proyecto y diseñador de Seaswarm.
Cómo funcionan
Alimentados con energía solar, cada una de estas máquinas, de 16 metros de largo por siete de ancho, está compuesta de «una cabeza cubierta por una capa de células fotovoltaicas y un cinturón de nanofibras. Las células generan electricidad suficiente para mantener la flota en movimiento varias semanas y proporcionan la energía para propulsarlos hacia adelante», asegura.
«A medida que la cabeza del robot se mueve a través del agua –prosigue–, la cinta transportadora gira y absorbe constantemente la contaminación. Es entonces cuando el cinturón de nanocables se comprime para extraer el aceite. Cuando la parte limpia de la cinta sale de la cabeza del robot, de inmediato comienza a absorber los vertidos de hidrocarburos, por lo que el proceso de recolección resulta eficiente y continuo». De hecho, «con el equivalente de energía que requiere una bombilla del hogar cada robot puede limpiar de forma continua durante semanas», explica Pruden.
Aunque no es el único mecanismo diseñado para este fin, «es el más sencillo, porque los robots pueden funcionar de forma autónoma y no necesitan volver a la orilla», destaca el investigador. De hecho, estos robots no sólo pueden cubrir grandes áreas, sino que existe una comunicación continua entre ellos y los investigadores en tierra con el fin de coordinar las labores de limpieza», dice. «Además –añade–, debido a su tamaño, los robots pueden acceder a lugares de difícil acceso como las costas y los estuarios».
Y una de las ventajas, es que este tipo de unidades, capaces de hacer una batida de limpieza, haría más fácil y sencilla las tareas de coordinación necesarias en la lucha contra un derrame.
Aunque aún es demasiado pronto para fijar un precio, desde el MIT explican que si hay una gran demanda cada robot costaría unos 14.000 euros. Sobre cuántos serían necesarios, depende. En el derrame de petróleo del Golfo de México, «habría sido suficiente con 10.000 robots trabajando de forma continua durante un mes», precisa. Ahora bien, tanto petróleo recogido tiene que evacuarse en algún momento. Por ello, el equipo está investigando cómo mejorar la tecnología de procesamiento para la colección y digestión del petróleo. «Tenemos varias opciones. El aceite puede ser exprimido de la tela y acabar en bolsas que sean liberadas para su recogida. O bien, a medida que gira, la tela empapada en petróleo podría moverse a través de una cámara de digestión de microorganismos o bien en una cámara de calentamiento que queme el petróleo. Esta última técnica es, hoy, la más prometedora, ya que la tela –al estar hecha de nanocables de óxido de potasio, manganeso...–, hará que se mantengan estables incluso a temperaturas por encima del punto de ebullición del hidrocarburo, de modo que éste podría evaporarse, mientras que la membrana de nanocables continuaría funcionando», explica Pruden.
Opinión en la que difiere el profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales, Manuel Moreu: «La idea de poner un quemador en la cinta, me parece impensable, ya que se llenaría de cenizas el mar. Quemarlo en un incinerador tampoco es una buena solución».
Respecto a su recolección, han ideado unos sensores que permitirá detectarlos vía WiFi. Y con el fin de que puedan discernir los hidrocarburos de otros vertidos, resulta clave que los robots compartan datos. De modo que «en la siguiente fase estamos considerando varias opciones de hardware: MOOS, Arduino, fit-PC 2, Seiko PS 050, Pontech, and Garmin USB», añade.
En definitiva, aunque todavía queda mucho por hacer para que este robot sea un gran aliado contra los vertidos, en un futuro, la tecnología puede ayudar, y mucho, en esta lucha. La prevención, eso sí, siempre será mejor. «Medidas como el doble casco, el mantenimiento de los barcos y su buena gestión se han mostrado claves en la reducción de vertidos de petróleo.
De hecho, según los registros históricos, el número de vertidos ha caído por los medios técnicos que se han ido imponiendo en los últimos años, hasta el extremo de ser muchísimo más importantes las contaminaciones realizadas en los ríos», concluye Moreu.
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