Pensiones

Sostenible

La Razón
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Me pregunto por qué al Gobierno le gusta tanto la palabra «sostenible» y sospecho que no es sólo por su amor ecologista al informe Brundtland, que acuñó el concepto de «sostenibilidad de la energía». ¿Les parece sugerente esa palabreja porque sintetiza el ideario del «tente mientras cobro»? Aquí dentro de poco hablaremos de la sucesión, la dimisión, el aborto sostenibles… Aquí va a ser sostenible todo. Nuestra economía ya se ha quedado con ese sambenito aunque no se hable del ahorro energético y aunque el uso que aquí se le da sea hasta antieconómico. Aquí se habla de «economía sostenible» para condenar la pujante, la «sostenedora». ¿Por qué usar para ella un término tan conformista y cenizo que parece resignado a una precariedad llevadera, al complejo y a la vergüenza de que le vaya demasiado bien? ¿Está detrás del abuso de «lo sostenible» la superstición ideológica de que la riqueza es pecado? ¿No habrá por aquí una pseudoizquierda timorata que siente eso e ignora que lo más social es una economía próspera en la que haya algo que repartir? Lo sostenible, lo que se sostiene, es el gasto, no la economía. La economía está para sostenernos a nosotros, no para que nosotros la sostengamos a ella como Atlas soportando los pilares que separan al cielo de la tierra. Sostenible –según Brundtland– significaba «que les deje algo a las siguientes generaciones». Y Zapatero pensando en la sostenibilidad antinuclear, las flores y los pájaros, lo que le deja a la juventud es una deuda. Nuestra sostenibilidad no hay quien la sostenga.