La Habana

Fidel se come a Fidel

Castro se ha recuperado de la enfermedad que le obligó a dejar el poder en 2006 y ha vuelto «reformado» 

Un joven Fidel Castro, armado y uniformado, en Sierra Maestra durante la Revolución Cubana en 1959. Un Castro octogenario con su famoso uniforme ¿un chándal¿ en un encuentro en La Habana
Un joven Fidel Castro, armado y uniformado, en Sierra Maestra durante la Revolución Cubana en 1959. Un Castro octogenario con su famoso uniforme ¿un chándal¿ en un encuentro en La Habanalarazon

Buenos aires- Después de haber «resucitado», como según él mismo definió su recuperación, tras superar la enfermedad que lo alejó del poder, el líder cubano de 84 años parece haber visto la luz. El dictador volvió a sorprender al mundo con una declaración que nadie imaginó escuchar de su boca: «El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros». Son palabras de Fidel Castro en el transcurso de una entrevista que concedió en La Habana al periodista Jeffrey Goldberg.
Lo que está claro es que la frase de Fidel volvió a romper los esquemas y amenaza con dañar su prestigio de revolucionario, dispuesto a morir con las botas puestas. Una frase que recuerda a otra de José Martí, «La gloria del mundo cabe en un grano de maíz».
Tras su reaparición en la vida pública dos meses atrás, Castro ha admitido su responsabilidad en la persecución de los homosexuales en Cuba, condenó la retórica antisemita del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, reconoció que se equivocó al recomendar a los soviéticos un bombardeo atómico de Estados Unidos durante la Crisis de los Misiles de 1992, y ahora asegura que el actual modelo cubano quedó obsoleto.

¿Socialismo caduco?
Pero qué se esconde realmente detrás de la nueva reencarnación del ex presidente. Quizás Castro durante esta nueva vida entregada a la lectura, haya releído la obra de Karl Marx y recordado que según el filósofo alemán, «el socialismo no es un modelo a seguir, es producto del desarrollo y del agotamiento del sistema capitalista».
Algunos creen que las declaraciones implican un reconocimiento de que el socialismo está caduco. Pero en ese caso hubiera hablado del «sistema» y no del «modelo», que es la forma como se organiza el socialismo en la isla.Adriano Morones, politólogo de la Universidad de Cienfuegos, asegura a LA RAZÓN que «Cuba jamás logró edificar un modelo propio con capacidad de autosostenimiento económico, consiguientemente de independencia política. Así, si bien el heroico pueblo cubano hizo y hace lo suyo quienes gobernaron no estuvieron a la altura de las circunstancias y necesidades históricas. Analicemos objetivamente la situación económica, social, ideológica y política y comprenderemos por qué ahí no se forjó una sociedad socialista y el modelo asumido fue otro que se asemejó al capitalismo estatal».
Hay quienes piensan que las palabras de Fidel Castro son una posible ayuda para su hermano Raúl, quien desde que asumió la presidencia ha hecho tímidas reformas en lo económico, lo político y hasta en el terreno de los Derechos Humanos, las cuales han ido transformando lentamente el modelo económico cubano.
Para Andy Gómez, vicerrector del Instituto para los Estudios Cubanos de la Universidad de Miami (UM), la consideración de Castro es, ni más ni menos, la aceptación de «lo que le viene diciendo Raúl desde 1997, cuando regresó de su primer viaje a China»: que «la economía cubana se caía y había que emprender reformas». «Entonces, agregó Gómez, Fidel rechazó la idea de su hermano con el argumento de que él no iba a convertirse en el Gorbachov de Cuba».
Entre aquellas horas de gloria entrando a La Habana y el hoy de la vejez, Fidel Castro ha quedado para siempre en la historia. En sus últimos días, podría ser la hora de mirar atrás y entonar el mea culpa, sin que necesariamente esto signifique que lleguen las ansiadas reformas.
De hecho y aunque se encuentre cada día más cerca de la muerte, hay cosas que nunca cambiarán. Una de las periodistas que lo entrevistó recientemente le preguntó si la enfermedad que está viviendo no le hizo cambiar de opinión sobre Dios. Castro le respondió: «Sigo siendo un materialista dialéctico».