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España no gastará lo que no tiene por Fernando Navarrete

Décadas en juego
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El próximo fin de semana Europa afronta la enésima cumbre decisiva sobre el futuro del euro. La gestión de las expectativas previa a la reunión ha puesto de nuevo el foco de atención internacional en la respuesta que los europeos demos a nuestros problemas. Y, de hecho, los mercados internacionales le han dado a Europa un voto de confianza relajando las tensiones en los mercados de deuda. Esperemos que los resultados estén a la altura de las expectativas so pena de que la perspectiva de una interminable sucesión de cumbres «decisivas» haga caer a Europa en la irrelevancia. Europa tiene un doble problema de credibilidad: uno interno entre los propios socios, y otro externo con el resto del mundo y los inversores internacionales.

Los líderes europeos tienen ante sí la responsabilidad de hacer saber al mundo qué se puede esperar de Europa. Afrontan el reto de alumbrar la «Eurozona 2.0», esto es, el marco de reglas e instituciones que gobernarán la moneda única en la próxima década. Unas reglas creíbles y estrictas que aseguren que el euro siga siendo un instrumento al servicio de la libertad y la estabilidad económica. Si los resultados no están a la altura, el recrudecimiento de la crisis de desconfianza hacia Europa será muy severo.

España, lógicamente, se juega mucho de su futuro económico para las próximas décadas.

- España debe influir en el diseño de esta nueva etapa para asegurarse que el euro sea un mecanismo que promueva la «exportación» de la estabilidad hacia todos los miembros del club. Sólo así se podrá conseguir que la economía española pueda financiarse en condiciones internacionalmente competitivas que nos permitan seguir compitiendo con éxito en los mercados globales.

- La Unión Monetaria tiene que ser garante de la responsabilidad de las políticas públicas y de la estabilidad presupuestaria en España. Hay que alejar del mapa de las opciones políticas admisibles en España la reacción populista ante las crisis de gastar desde el sector público lo que no se tiene.

- El nuevo diseño institucional que emerja deberá permitir a España preservar las claves de su éxito económico a largo plazo y poder aspirar a mantener un diferencial positivo de crecimiento económico. La fijación de una estrecha y vinculante coordinación de objetivos en las políticas fiscales y económicas no debería hacerse minando la capacidad de cada nación para encontrar el mejor modo de alcanzarlas. Será el euro de la competencia y no el de la uniformidad el que nos haga triunfar a todos en la economía global del conocimiento.

- Finalmente, en Europa deberemos asumir con todas las consecuencias que la estabilidad del sistema bancario es un bien público europeo, de modo que la prevención y resolución de los problemas bancarios en cualquier parte de la eurozona son una responsabilidad de todos los socios. La combinación de un mercado bancario privado integrado con redes públicas de seguridad fragmentadas nacionalmente es un riesgo para el futuro de la moneda única y la prosperidad de todos los europeos.

Fernando Navarrete
Director de Economía y Políticas Públicas de FAES