Elecciones andaluzas
El PP se centra en la pieza andaluza
MADRID- El Comité de Dirección del PP se reunió ayer a puerta cerrada con tres asuntos sobre la mesa: la crisis en el PSOE andaluz, la manifestación de las víctimas del sábado y la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero. Hacía tiempo que Mariano Rajoy no cumplía por razones de agenda con la obligación de convocar a este órgano áulico consultivo, y ayer por fin saldó las deudas pendientes con una reunión extraordinaria a la que dieron intencionadamente un perfil bajo y no hubo ni siquiera comparecencia informativa.
Aun así, en el debate hubo varias cuestiones de enjundia. Por un lado, la cúpula popular bendijo la decisión de no variar su estrategia para responder al nuevo escenario político que ha creado el anuncio del presidente del Gobierno de que no repetirá como candidato. En Génova son de la opinión de que el efecto revulsivo de las primarias se agotará en un par de semanas, igual que ocurrió con el último cambio de gobierno que aupó al vicepresidente y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a la primera línea de fuego. Esto es compatible con un refuerzo dialéctico y parlamentario de la campaña contra Rubalcaba. Y para muestra la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, que ayer le identificó con las peores miserias del «felipismo». Si Rubalcaba había acusado a Rajoy, en la Cadena Ser, de estar «en el siglo pasado», Sáenz de Santamaría replicó que lo que se repite del siglo pasado es «el mismo paro, una crisis económica tremenda, los mismos escándalos en Interior y el mismo portavoz». Y si Rubalcaba había acusado a Rajoy de interesarse en el Congreso más por el «caso Faisán» que por el paro, la dirigente popular contestó que le había mandado una ficha corrigiéndole la «inexactitud», porque, según sus datos, el PP ha preguntado en 52 ocasiones en Pleno por el paro, y ha formulado nueve interpelaciones al Gobierno, frente a las 34 en las que se ha interesado por el «chivatazo».
Ahora bien, ni las primarias ni Rubalcaba ni Zapatero son hoy la prioridad estratégica de los populares, sino el objetivo de explotar al máximo la crisis del PSOE andaluz. La información que maneja el PP es que la «guerra» entre el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, y el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, ha llegado a ser la mano que levanta alfombras de trapos sucios como los que parece que tocan al hijo del vicepresidente, Iván Chaves, relacionado con un supuesto caso de intermediaciones con el poder político y económico que puede tener un alcance superlativo. Los «primeros espadas» concertaron la ofensiva y hasta pidieron la dimisión de Chaves, por boca del portavoz Esteban González Pons, por las obras y acciones de su hijo.
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