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Luis de Grandes: «España no pierde prestigio por la mala gestión de Zapatero»

La Razón
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MADRID- Su balance de la Presidencia de la UE en una frase.– Hemos pasado de la invisibilidad a la irrelevancia.–Por lo menos el Consejo Europeo y Obama han bendecido el plan de ajuste del Gobierno español, ¿no? –No confundamos los términos. Lo que le han dicho a Rodríguez Zapatero es que está cumpliendo el guión que le han marcado desde fuera ante la deriva a la que había llevado a nuestra economía por su política de despilfarro. En ningún caso le han considerado un ejemplo a seguir.–¿Diría que la Presidencia española de la UE ha debilitado nuestra imagen internacional?–Rodríguez Zapatero no ha liderado nada, y de España sólo se ha hablado para sacarnos los colores por nuestras cifras económicas. La irrelevancia de la Presidencia española de la UE ha sido absoluta y sus iniciativas ni siquiera han respondido a los problemas reales de estos seis meses, que eran sobre todo económicos. Pero es lógico que eso sea así: quien es el problema no puede dar lecciones de nada y Rodríguez Zapatero no tiene ninguna credibilidad.–¿Entonces la «marca España» sale debilitada?–España tiene un prestigio y no lo va a perder por una mala gestión de la Presidencia europea. Nuestros diplomáticos y funcionarios del servicio exterior han hecho su trabajo y han estado a la altura. El balance es negativo, pero también hay cosas positivas que hay que reconocer, como son los acuerdos con Latinoamérica o el acuerdo Unión Europea-Estados Unidos sobre el cielo común europeo y el cielo abierto con EE UU. –Al menos no es la primera vez que una Presidencia europea decepciona.–Seis meses no es mucho tiempo, pero sí es tiempo suficiente como para que se sienten las bases y se establezcan determinados criterios sobre los que luego seguir trabajando. No se puede decir que el PP haya puesto palos en las ruedas. Firmamos un pacto con el PSOE y hemos estado callados hasta que ha terminado el semestre. Ahora bien, la realidad es que no hemos dejado ninguna huella y ahí quedan fracasos tan sonados como la orden de violencia de género o el Observatorio de las Víctimas.