Huelva

El Juli y la revolución del día después

El Juli y la revolución del día después
El Juli y la revolución del día despuéslarazon

"Subastador"nos arrojó al miedo, temor, sobresalto, nada más empezar. Sin anestesia ni tiempos para el deleite. Era el día después de José Tomás. Y eso tenía un peso distinto en el mano a mano entre Juli y Talavante. Y entre cualquiera. Sigue habiendo mucho en juego para las figuras. Estaba todo por hacer en plena resaca de toreo. El Juli nos despertó del letargo a golpe de corazón, valor de hierro y un amor propio fuera de este mundo para poder plantar cara a las dificultades del toro. Pocos a ese nivel tan rotundo. Tan de verdad con un Cuvillo que abrió plaza y que recortaba el viaje, que se metía por dentro, que exigía solvencia, seguridad y aplomo. Por el izquierdo era un horror. Daba igual. Su orgullo le llevó al abismo, al filo de la navaja, a jugársela ante lo imposible. Volcánico Juli. Importantísimo. Nada sobraba. Transitamos la faena en pleno estupor. Admiración. Fe y confianza. El toreo fluye cuando habita en la emoción y la verdad.


Con el tercero desplegó Julián todo el arsenal. Aquello no se le iba a ir. Lo tenía tan claro. Quitó Juli más variado que reposado. Cumplió su turno Talavante con un buen quite por gaoneras. Se incendió Huelva entonces. Julián no perdonó y quitó por lopecinas. Revolucionado el público y antes de desperezarse del entusiasmo se animaron a banderillear uno y otro. Juli y Talavante también mano a mano en banderillas. Al quiebro Alejandro: de dentro afuera Julián. El toro quiso muleta en un par de tandas; luego acusó todo lo que se había llevado antes. Se desplazaba en el engaño pero un mundo le costaba entre muletazo y muletazo. Rajado ya en tablas, tuvo que entrar a matar al toro. Dos orejas para el diestro. Al conjunto. A la puesta en escena y una sorprendente vuelta al ruedo al toro. Sin sentido y de las que restan seriedad a la plaza. El presidente se había lanzado y del impulso acabó por estrellarse.

El quinto se apagó en un suspiro y Juli lo peleó todo en las cercanías, sobrado de valor y arrojo. 

Menos compacta fue la labor de Talavante al segundo. No fue Cuvillo fácil tampoco. Tuvo mayor expresión y profundidad por el izquierdo; descolgó la embestida por el derecho, aunque medía lo suyo antes de tomar el engaño. Hubo una tanda de naturales buena. Muy buena, porque los engancha con buen aire. Muy cosido el toro a la muleta y ligado. El resto de la faena contuvo altibajos, apuntar sin disparar. Un poco de aquí y de allá en una labor vistosa. Al madrileño brindó el cuarto. Cuvillo manejable que se abría en la embestida y de hecho acabó por rajarse. La faena de Talavante acabó desigual con naturales de buen concepto y otros muletazos de menor ritmo y punto barullo.

Dramáticos momentos vivimos en el sexto. El colmo de la mala suerte fue que los sentimos con Fernández Pineda, que actuó ayer de sobresaliente. Salió suelto el toro y cuando quiso darle salida se lo echó a los lomos por el pecho. Espeluznante. Le llevaron a la enfermería. Que mal cuerpo. Se desplazó el sexto punto tardo pero queriendo coger muleta hasta el final y Talavante trazó muletazos muy desiguales. Igual uno soberbio, otro por fuera y al siguiente con sensación de poco poder. Un sí pero no que acabó el festejo del día después. Y la revolución de El Juli.