Grupos
El desayuno por Enrique Miguel RODRÍGUEZ
Les voy a contar una historia que a mí me ha sucedido y no se trata de comprar vino español en Nueva York como Concha Piquer. Aprovechando las prevacaciones, dediqué la mañana de ayer a realizar varias gestiones con la administración. Me dirigí primeramente al Ayuntamiento donde resido, me acerqué a la señorita de recepción, le conté el problema que quería resolver, me mandó al despacho que quedaba en frente, había varias personas delante de mí. La joven a la que podría llamar recepcionista salió inmediatamente con otras compañeras, una de las personas de la cola comentó: «Ya se van al desayuno, algunas volverán hasta con la compra hecha». Después de 15 minutos me llegó el turno. Vuelvo a contarle a la señorita mi problema, me manda a la primera planta. Le digo que me parece increíble que en un pequeño Ayuntamiento, la primera persona que me atendió no supiera dónde tenía que dirigirme y me hiciera perder mi tiempo. Un joven que está guardando turno me dice «ha escogido usted una mala hora, en el tiempo del desayuno todo va manga por hombro». La segunda vez que oigo la palabra. Subo y el funcionario que tenía que arreglar lo mío también está desayunando, además me advierten de que mi gestión no se puede resolver hasta septiembre. Con un principio de cabreo marcho a otro pueblo donde está la oficina de la Junta. Allí quiero saber cómo está la situación laboral de cara a la jubilación, cojo el número de turno, después de 20 minutos esperando, pregunto por qué si no hay apenas público se tarda tanto en atender. Y vuelve la terrible palabra, es que es la hora del desayuno. Mientras esperaba pensé que con tantos recortes no se ha tocado este tema, teniendo en cuenta que la media de tiempo para desayunar es de 30 minutos, más los flecos que cada cual añada, significa que en un solo día se dejan de trabajar 510 millones de minutos, 8,5 millones de horas diarias, ajustándonos a los 17 millones de personas que siguen conservando su trabajo. Si le añadiéramos excesos en el tiempo nos podríamos poner en 12 millones de horas diarias perdidas. En este momento no sé si mandar el artículo al periódico, porque como se entere la tremenda prima, llegamos a los 1.000 puntos.
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