Estados Unidos
Niños obesos desde el útero materno
Seguir una dieta desequilibrada, rica en grasas o tener obesidad durante el embarazo puede provocar, según las últimas investigaciones, que los bebés sean más gordos cuando crezcan o nazcan con anomalías congénitas
Durante el embarazo, la alimentación cobra un papel determinante no sólo para la salud de la mujer, sino también para la del futuro bebé. Dado que el niño se nutre a través del cordón umbilical, un buen estado nutricional de la madre resulta primordial en el crecimiento y desarrollo normal del niño. Sin embargo, el problema surge cuando lo que prima es el abuso de productos poco saludables o se sigue la creencia errónea de que hay que comer por dos. En opinión del doctor Francisco Campillo, director de la Unidad de la Salud de la Mujer de Novoclinic, «si la mujer sigue una dieta muy desequilibrada se pueden producir alteraciones en el desarrollo fetal, también conocido como crecimientos intrauterinos retrasados, que consiste en que el bebé al final del embarazo no se desarrolla correctamente y nace más pequeño de lo normal». Pero éste no es el único problema. Para la doctora María José Rodríguez, ginecóloga del Hospital Infanta Sofía de Madrid, «si se engorda demasiado durante el embarazo debido a una dieta rica en azúcares se corre el riesgo de desarrollar una diabetes gestacional que tiene unas repercusiones muy importantes en el feto como, por ejemplo, que sea muy grande (feto macrosómico). Además de que hay más posibilidades de que haya que realizar una cesárea a la madre, una vez que han nacido son muy gordos poseen una mala regulación de su metabolismo porque en el útero han estado sometidos a unos niveles de glucosa muy altos por parte de la madre. A largo plazo, está demostrado que estos niños tienen mucha más tendencia a ser obesos cuando crezcan». En esta misma línea se sitúa el doctor Ignacio Cristóbal, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de La Zarzuela de Madrid, quien añade que «si la madre consume más grasa durante el embarazo, hay una tendencia a que ese niño sea obeso. Por ello, hay que apostar por el modelo de dieta mediterránea. El problema reside cuando la madre sigue dietas estrictas como las ovolácteas o vegetarianas que pueden dar lugar a la falta de algunas proteínas, lo que conlleva que el bebé nazca más pequeño de lo normal». Patologías asociadasEn el marco del Congreso Anual de la Academia de Sociedades de Pedriatría de EE UU, un grupo de investigadores del Children's Mercy Hospitals and Clinics en Estados Unidos, han presentado un estudio en el que las mujeres que ganan más peso durante el embarazo hace que los niños tengan más cantidad de grasa en el cuerpo. En concreto, se examinaron 74.000 nacimientos y se observó que la grasa corporal de los recién nacidos, también conocido como índice ponderal, había aumentado significativamente en los últimos quince años. A este respecto, el autor del estudio el doctor Félix Okah, advirtió de que «los profesionales de la salud deben prestar más atención al índice de masa corporal de las mujeres antes de que se queden embarazadas». Asimismo, está demostrado según Okah, «que la obesidad puede tener su fundamento durante el periodo fetal». En esta misma línea, el pasado mes de febrero se publicó un estudio en la revista «Journal of The American Medical Association (JAMA)», que revelaba que las embarazadas con obesidad tienen el doble de posibilidades de que sus hijos nazcan con una anomalía congénita como espina bífida o alteraciones en el tubo neuronal que aquellas que mantienen su peso equilibrado. Katherine J. Stothard y sus compañeros de la Universidad de Newcastle en Reino Unido, observaron que «en las mujeres que eran obesas al comenzar su embarazo se demostró un significativo incremento del riesgo de un feto afectado por un defecto del tubo neuronal, incluyendo la espina bífida, anomalías cardiovasculares o hidrocefalia». Determinados suplementos vitamínicos durante el embarazo tampoco están exentos de riesgo para el bebé. La Sociedad Española de Ginecología recomienda, según Campillo, la ingesta de «calcio, unos 400 microgramos al día de ácido fólico, hierro y magnesio». Sin embargo, Fernández advierte de que «hay que tener cuidado con las vitaminas liposolubles como por ejemplo, la A porque pueden producir malformaciones fetales». Asimismo, «dosis muy altas de vitamina D se asocian con malformaciones en el corazón del bebé, por lo que nunca deben tomar vitaminas por su cuenta y sin haber consultado previamente al médico», sostiene Campillo. El yodo, un mineral imprescindible durante la gestación también puede desencadenar serios problemas si no se encuentra en los niveles adecuados. Para Fernández, «las mujeres que viven en zonas del interior suelen presentar unos niveles más bajos de yodo frente a las que habitan en la costa. Por ello, se está relacionando la falta de este mineral con un mayor riesgo de que los niños desarrollen el trastorno por el déficit de atención (TDHA)». El consumo de determinados tipos de pescado en este periodo ha sido, en los últimos años, objeto de estudio hasta el punto de que, según Campillo, «dosis altas de mercurio presentes en peces grandes como el atún o el pez espada pueden producir alteraciones cerebrales, por lo que no se recomienda tomarlos más de una vez a la semana». De los propios alimentosPor otra parte, existen infecciones que se transmiten a través de la alimentación y pueden tener graves consecuencias para el bebé como son las listeriosis y la toxoplasmosis. En el caso de la listeriosis, Campillo sostiene que «se transmite por leche que no esté pasteurizada». En cuanto a la toxoplasmosis, lo transmiten las heces de los gatos, por lo que se recomienda que la mujer no esté en contacto directo con ellos. Asimismo, también se puede adquirir si se toma carne cruda o a través de la tierra en la que se cultivan frutas y verduras, por lo que es imprescindible lavarlas muy bien y tomar la carne muy cocinada». Fernández asegura que «la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) se está planteando retirar la determinación de la toxoplasmosis en las analíticas de las embarazas, sobre todo por el miedo que tienen a comer embutidos crudos. Sin embargo, hoy ya no existen embutidos que transmitan esta enfermedad porque a todos los animales se les ha hecho previamente un control exhaustivo». La recomendación de todos los especialistas, en cuanto a la alimentación se refiere, para evitar que el bebé nazca sin ningún tipo de problema reside, según fernández, en «seguir una dieta variada y equilibrada, hay que desterrar la idea de que hay que comer por dos, no existen prácticamente alimentos prohibidos y siempre se deben realizar cinco comidas al día, tres principales, una a media mañana y otra por la tarde para que el bebé no pase tanto tiempo en ayunas».
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